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Están identificados los contendientes y apenas se instale el nuevo presidente se desatará la Tercera Guerra Mundial. Por lo pronto, con Obama fuera de la Casa Blanca, el mundo occidental podrá referirse a su enemigo como “radicalismo (o terrorismo) islámico”, frases que Obama ha rechazado enérgicamente por no ser “políticamente correctas”.
Los contrasentidos que abundan en las decisiones de Obama podrían ser consecuencia de sus antecedentes familiares: hijo de padre negro africano, que fue musulmán, y madre blanca estadounidense de religión cristiana. Eso le ha permitido transitar en ambas culturas. (Su nombre es Barack Hussein Obama).
Charles Krauthammer, premio Pulitzer de periodismo, asistió en 2008 a la cena que sostuvo un exclusivo grupo de periodistas de derecha con el entonces presidente electo Barack Obama. Su impresión, revelada apenas ahora, fue que Obama era un hombre difícil de descifrar. Lo considera escurridizo.
A punto de abandonar la presidencia, Obama, preocupado por su flaco legado histórico, recordó de pronto que al inicio de su administración había sido galardonado con un controvertido premio Nobel de la Paz. Y ahora insiste en mostrar su pacifismo con la esperanza de impartir conferencias magistrales por un millón de dólares, como lo ha hecho Bill Clinton, invitado por gobiernos dispuestos a pagar para tomarse la foto.
Cuando le otorgaron el Nobel, Obama, siempre un paso adelante de sus críticos, declaró que lo aceptaba “como una llamada a la acción para enfrentar, junto con los demás líderes mundiales, los enormes retos del siglo XXI”. Pero no rechazó el millón de Euros que venían con el premio; dijo que los destinaría “a obras de caridad” escogidas por él.
En un texto publicado con el título Obama: ¿Nobel por buenas intenciones? (La Jornada 16/10/09) comenté que Obama no había realizado nada digno del Nobel. Sólo manifestaciones a favor de causas nobles, como el deterioro ambiental.
Y para Dick Morris, el consultor que diseñó el lema “AMLO es un peligro para México”, el Nobel fue “un último esfuerzo del socialismo europeo por convertir a Estados Unidos en un país como Noruega”. Irónicamente, dos meses después del premio, el flamante “galardonado de la paz” anunció un inusitado escalamiento de tropas y operaciones militares en Irak y Afganistan. (Debo hacer notar que Obama le dio la vuelta al Congreso gobernando prácticamente con más de 250 decretos presidenciales. Buscaba una presidencia a la medida.)
Obama nunca se caracterizó por ser defensor de Israel. Así que como regalo de despedida le asestó al primer ministro Netanyahu lo que éste llamó una “puñalada por la espalda”: se abstuvo de votar en contra de la reciente resolución de Naciones Unidas que declaró ilegales los cuestionados asentamientos israelíes en Cisjordania. (El lunes pasado Netanyahu aseguró tener pruebas “fehacientes” de que Obama fue el artífice de la resolución).
Analista político