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Hace unos días, el empresario Ricardo Salinas Pliego escribió un artículo en El Financiero (¿La riqueza es perversa?, 4 de febrero) en el que, sin citarlo, arremetió contra el reporte Desigualdad extrema en México. Concentración del poder económico y político (cambialasreglas.org), un estudio patrocinado y publicado por la organización no gubernamental Oxfam-México.
El estudio mencionado analiza la enorme magnitud de la desigualdad en México y, en particular, menciona cómo la riqueza de cuatro empresarios mexicanos (el propio Salinas Pliego, Carlos Slim y los empresarios mineros Alberto Bailleres y Germán Larrea) creció de manera desproporcionada en los últimos años, ya que pasó de ser el equivalente al 2% del PIB en el año 2000 a representar cerca de 9% del PIB en 2015. Más aún, el trabajo afirma que las fortunas de estos cuatro multimillonarios mexicanos se gestaron y crecieron al amparo del poder público en México, ya que la mayor parte de ellas proviene de sectores privatizados, concesionados y/o regulados por el sector público.
Según Salinas Pliego, el estudio tiene “una serie de fallas metodológicas” (critica, por ejemplo, el uso del concepto de “bienes públicos”) y afirma que “Oxfam se ha involucrado en una cruzada global contra la riqueza”. También habla de que “Propagar este confuso ideario antiempresarial probablemente pretende conducir a los países al socialismo.” También afirma que la desigualdad es natural porque la distribución de talento es desigual. Dice que nadie se queja de la concentración de talento en un músico como Yo-Yo Ma, en un futbolista como Messi o en un cineasta como Spielberg. Concluye diciendo que “la envidia es un sentimiento corrosivo que destruye a quien la promueve y a quien la padece. Basar nuestras políticas públicas en este nefasto sentimiento sólo nos llevará al fracaso.”
Como autor de dicho reporte no puedo dejar pasar desapercibidas estas críticas y comentarios. En primer lugar, es evidente que el señor Salinas no leyó el documento mencionado. Si así fuera no criticaría el uso del término “bienes públicos”, el cual no aparece mencionado ni una sola vez en el documento. Si se hubiera tomado la molestia de leer el documento, el señor Salinas se habría dado cuenta de que ahí tampoco hay ninguna consideración moral sobre la riqueza en general (mucho menos se le considera perversa, como él lo sugiere en su título) ni sobre la actividad empresarial. Ni mi trabajo, ni ningún otro documento publicado por Oxfam, contienen algún ideario antiempresarial ni promueven el socialismo. Una lectura de ese tipo sólo puede provenir de alguien que no ha leído los documentos o de una lectura trasnochada que pretende desvirtuar la naturaleza de los argumentos allí vertidos. De hecho, esta visión pretende desviar la atención de uno de los argumentos centrales del trabajo mencionado en el sentido de que la excesiva concentración de recursos perjudica a empresarios que no pueden competir en igualdad de circunstancias con empresas (como las del señor Salinas, por ejemplo) que gozan de un extraordinario poder económico y político.
Finalmente, la comparación implícita que utiliza Salinas Pliego con Yo-Yo Ma, Messi y Spielberg daría risa si no fuera trágicamente reveladora de cómo se percibe a sí mismo el empresario mexicano. Según parece querer decirnos Salinas Pliego, si él es más rico y obtiene más ingresos que otros es por su talento y habilidad empresarial. Recordemos que la expansión de su fortuna ocurrió a partir de la compra de Imevisión, una cadena de televisión estatal que fue privatizada en 1993 y que él adquirió parcialmente con un préstamo de 29 millones de dólares otorgado en condiciones poco claras por Raúl Salinas de Gortari, hermano del entonces presidente de la República. Esto es algo que el propio empresario reconoció en una entrevista publicada en 1996 después de diversos intentos de negarlo. En dicha entrevista el señor Salinas Pliego afirmó: “Sí utilicé 29 millones de dólares de Raúl Salinas para el pago del paquete de medios, pero me los prestó... en 1993 todos admirábamos al presidente Carlos Salinas de Gortari y era una distinción social ser amigo de su hermano”. Este préstamo, por cierto, hasta hace relativamente poco no había sido pagado y no se sabe que la deuda haya sido saldada. Así es que Salinas Pliego no es Messi. A menos, claro, de que Messi se hubiera convertido en el mejor jugador del mundo gracias a su alianza con el hermano del presidente del Barcelona para poder brillar en cada partido que juega. No creo que sea el caso.
Economista
@esquivelgerardo
gesquive@colmex.mx