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La semana pasada el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval) dio a conocer las cifras oficiales sobre la pobreza en México correspondientes a 2014. Las cifras reveladas por el Coneval son más preocupantes de lo que muchos quisieran creer. Por ejemplo, el número de personas en situación de pobreza multidimensional en México aumentó en casi 2 millones de personas entre 2012 y 2014. Esto representa un aumento de 83 mil pobres por mes, más de 2 mil 700 por día, 114 por hora o casi 2 pobres adicionales por minuto. Una auténtica fábrica de pobres.
Con todo lo preocupante que puedan ser estas cifras, lo peor es que éstas aún subestiman el tamaño del problema. En realidad, el número de personas con ingresos por debajo de la llamada Línea de Bienestar (es decir, el valor monetario de una canasta de alimentos, bienes y servicios básicos, de acuerdo a los criterios del propio Coneval) aumentó en 3.2 millones de personas en ese mismo lapso. Si la pobreza no aumentó en esa misma magnitud, se debe a que 1.2 millones de personas se ubican dentro del rubro conocido como “vulnerables por ingreso”, que no es sino otra forma de decir que son pobres por ingresos o pobres unidimensionales (noten que no son pobres multidimensionales porque no sufren de carencias en las otras dimensiones: educación, salud, seguridad social, etc.). En ese sentido, si consideramos como pobres a todos aquellos con ingresos por debajo de la Línea de Bienestar, la tasa de pobreza en México entre 2012 y 2014 habría aumentado de 51.6 a 53.2% y no sólo de 45.5 a 46.2%, como lo sugieren las cifras oficiales.
Por otro lado, la cifra aparentemente positiva del reporte del Coneval fue la reducción en el número de personas en situación de pobreza extrema, ya que la población en esta circunstancia se redujo de 11.5 a 11.4 millones de personas (es decir, una reducción de alrededor de 100 mil personas). Esta reducción, sin embargo, también es bastante engañosa. La realidad es que el número de personas con ingresos por debajo de la Línea de Bienestar mínimo (valor monetario de una canasta alimentaria básica) aumentó en 1.1 millones de personas. La mayor parte de estos individuos, de manera equivocada según mi opinión, no son considerados como pobres extremos por el Coneval porque cuentan con menos de 3 carencias sociales. En realidad, por el simple hecho de no contar con ingresos suficientes ni para comprar una canasta alimentaria básica, estos individuos deberían ser considerados como pobres extremos. Si la definición de pobreza extrema se modificara para incluir a estos individuos, la pobreza extrema habría crecido de 20% a 20.6% de la población total e iría en sentido contrario a la reducción oficial de 9.8 a 9.5% que, en sí misma, revela ya la magnitud de la enorme subestimación del tamaño de la pobreza extrema en el país.
Estos problemas con las definiciones de pobreza se relacionan con otra discusión reciente sobre el tamaño de la clase media en México. Para algunos, como Roger Bartra (Reforma, 28-julio), la clase media se conforma por aquellos que no son ni pobres ni ricos. Si de acuerdo al Coneval los pobres representan el 46.2% de la población y, de acuerdo a sus propias estimaciones, los ricos son alrededor del 2 al 3% de la población, parece lógico concluir que la clase media en México es poco más de la mitad de la población. Esta conclusión, sin embargo, sólo refleja el desconocimiento básico de las categorías y definiciones del Coneval. Para empezar, debe entenderse que dentro de los no pobres del Coneval, tenemos a 8.5 millones de personas (7.1% del total) que cuentan con ingresos por debajo de la Línea de Bienestar. Si estos individuos no pueden ni siquiera adquirir una canasta de alimentos, bienes y servicios básicos, muy difícilmente podrían ser considerados como parte de la clase media. Por otro lado, existe un amplio segmento de la población (31.5 millones de personas o 26.3% de la población total) con ingresos superiores a los de la Línea de Bienestar, pero que cuentan con al menos una carencia social (en realidad, tienen 1.8 carencias sociales en promedio), por lo que muchos de ellos difícilmente podrían ser considerados como parte de la clase media. Es por ello que concluir a partir de las cifras del Coneval que México es un país de clases medias es un auténtico despropósito. Concluyo retomando lo que dije en un artículo en la revista Nexos en 2011: “… seguir discutiendo si somos un país de pobres o un país clasemediero es una trivialidad. Preocupémonos por resolver —o al menos reducir— el problema de la pobreza en el país y dejemos de concentrarnos en nuestro estatus; asumamos nuestra realidad y actuemos con madurez, no perdamos el tiempo en discutir banalidades, esas sí, de evidente corte aspiracional clasemediero.”
Economista.
@esquivelgerardo
gesquive@colmex.mx