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Hace unos días Acción Ciudadana Frente a la Pobreza hizo público un posicionamiento al que debemos prestar atención. Esta amplia y plural coalición de organizaciones llama a construir un proyecto que tenga como proceso y objetivo la cohesión social. Hay distintas maneras de entender este concepto y la Acción plantea una bien decantada. En lo personal, me gusta la definición que sostiene que la cohesión social es el proceso de desarrollo de una comunidad, de valores compartidos, retos comunes e igualdad de oportunidades, basados en un sentimiento de esperanza, confianza y reciprocidad. Ahora que veo a México tan roto, tan dolido por tantos agravios inflingidos por su clase política, con tanto odio e intolerancia embebida en su propia sociedad, constato que el planteamiento de la Acción ciudadana es correcto en este momento. Necesitamos restablecer nuestro sentido de comunidad, con un proyecto compartido. Con proyecto de futuro.
Veo cuando menos tres dimensiones para comenzar a sanar nuestras divisiones. La primera es la relación gobierno-ciudadanos. Aquí el divorcio es total. En esta interacción predomina la desconfianza, el sentimiento de que los ciudadanos somos constantemente abusados por parte de los gobernantes. Comenzando con la violación a nuestros derechos fundamentales, el robo de recursos públicos y la extorsión a la que estamos sujetos para realizar cualquier trámite menor. No hay manera de restablecer un sentido de pertenencia, de colaboración y cooperación, si las autoridades abusan. En la psicología social está probado que la cooperación y la obediencia a las leyes se da cuando los gobernantes las respetan y las aplican. Más que la amenaza punitiva, es el ejemplo de quienes gobiernan lo que motiva la cooperación y el respeto a la ley. No habrá manera de rescatar un sentido de comunidad si no cambiamos esta realidad.
Otra dimensión tiene que ver con nuestros propios muros internos. La desigualdad de acceso a la justicia, a derechos básicos como educación y servicios de salud de calidad, a las oportunidades. En México el origen es destino. Nacer en una familia de una cierta región es determinante de la vida de las personas, no hay mecanismos útiles que sirvan a la movilidad social en el país. Por eso la cohesión se erosiona. No somos iguales ante la ley, pero tampoco ante el mercado. No hay condiciones para derribar barreras de acceso que dejan fuera de actividades productivas a una gran cantidad de mexicanos. En este punto estoy segura que muchos opinan que el problema es el modelo económico. Estoy de acuerdo, pero en un sentido distinto a los detractores de libre mercado y del libre comercio. Pienso que nos faltó eliminar barreras internas, combatir monopolios y dar un espacial énfasis a la inversión en capital físico y sobre todo humano en las zonas más rezagadas. Fallamos rotundamente en emparejar la cancha, porque la política pública, en especial la de gasto, está al servicio de otros objetivos. No la de ofrecer oportunidades para todos.
Una tercera dimensión es la tolerancia a la diferencias. La cohesión social implica la comunión de un grupo social con un núcleo de valores universales, pero también el total respeto a la diversidad. Convivencia y divergencia coexistiendo en un mismo espacio. En el pasado, en el viejo régimen político, vivimos cobijados por el manto de una manera exclusiva de interpretar la realidad. La disidencia ideológica era sometida. Hoy la diversidad existe y debemos celebrarla, pero con ella hay intolerancia y descalificación. Increíble cómo los organizadores de la marcha Vibra México fueron acosados, maltratados por los nuevos detentadores de la verdad. No encuentro a la mano la política pública que pueda promover la tolerancia en la sociedad mexicana. Sí creo que necesitamos liderazgos políticos y sociales que la promuevan y no la exalten.
Como nunca, hoy se hacen evidentes nuestras fracturas. No vamos a llegar muy lejos si no las sanamos.
Directora de México Evalúa.
@EdnaJaime
@MexEvalua