Uno de los tantos problemas que enfrenta el país es el de la violencia desencadenada por grupos del crimen organizado. Son más de 10 años desde que se decidió que fuerzas militares colaboraran en el combate a bandas del narcotráfico, y los resultados, desafortunadamente, no son los esperados.

El índice de homicidios dolosos —con altibajos— no cede. El promedio de los primeros meses de 2017 fueron similares a los de los años más violentos que se han registrado.

Hay estados que se apaciguan momentáneamente para después de un tiempo presenciar el resurgimiento de la violencia con una intensidad igual o mayor.

Se han dado decenas de capturas de jefes de cárteles, pero las organizaciones criminales no desaparecen; si lo hacen, poco tiempo después brotan nuevos grupos más pequeños u otro de tamaño igual al que se creyó desarticulado.

EL UNIVERSAL publica hoy que se han capturado a 107 —de 122— objetivos prioritarios de bandas criminales que se plantearon al inicio de este sexenio, pero pese a ello no hay disminución en los índices de violencia. Expertos consideran que el afán de aprehender a las cabezas de los grupos del narcotráfico ha llevado a una reproducción de varios grupos. Ahora ya no hay sólo una organización, sino que ésta se fragmenta en varias, además de que se generan pugnas internas que repercuten en los niveles de violencia.

Una década después de adoptada esta estrategia los resultados hacen evidente revisarla, corregirla y sumar otras, así como consolidar algunas que han quedado relegadas.

La profesionalización de las policías, por ejemplo, es un tema inacabado. Hace unas semanas el secretario de Gobernación reconoció que sólo 50 de las mil 800 corporaciones policiacas municipales se encuentran en condiciones de asumir las labores de brindar seguridad. En esta tarea se plantearon fechas que no se han cumplido, el rezago es enorme.

Es más sencillo para estados y municipios solicitar el apoyo militar que asumir compromisos de construir cuerpos de seguridad profesionales, con equipo suficiente, áreas de inteligencia y salarios dignos.

En materia de legalización de marihuana, México parece quedarse rezagado respecto a lo que muchos países están haciendo. En Estados Unidos, el país que más alienta a México a combatir el tráfico de drogas, varios estados han legalizado el uso lúdico; la ONU también se ha manifestado en ese sentido.

La actual estrategia contra el narco no tiene los resultados esperados, ¿para qué empecinarse en darle la más alta prioridad? Se requiere que el problema se aborde desde diferentes puntos de vista y desde diversos ámbitos para empezar a tener un cambio. Vencer al crimen no es sólo un asunto de fuerza.

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