El pretendido muro que busca construir el gobierno de Estados Unidos en la frontera con México podrá disminuir el cruce ilegal de migrantes, pero difícilmente podrá detener a grupos del crimen organizado que obtienen millonarias ganancias por la venta de drogas en la nación vecina. Con más de 3 mil kilómetros de frontera, no se puede asegurar que un obstáculo físico corte de tajo el tráfico de narcóticos. Si no es vía terrestre, algún resquicio encontrará la delincuencia.

Como en todo mercado, los principales actores son la oferta y la demanda. Estados Unidos es el principal consumidor de drogas y en la lucha por hacer llegar ese tipo de sustancias grupos mexicanos son los principales introductores, pero no los únicos.

De acuerdo con el informe anual sobre narcotráfico que envió el Departamento de Estado al Congreso estadounidense, los mayores productores de cocaína en el mundo son Colombia, Perú y Bolivia. Los países con un “fracaso demostrable” a la hora de poner en marcha sus obligaciones internacionales en la lucha antidrogas son Bolivia, Venezuela y Birmania.

De México, por supuesto que también hay noticias, y no son halagadoras: es considerado uno de los mayores productores de “heroína, marihuana y drogas sintéticas con destino a Estados Unidos”, además de ser uno de los principales países de tránsito de esas drogas y de cocaína proveniente de América del Sur.

El reporte señala incluso que entre 90% y 94% de la heroína que se consume en Estados Unidos proviene de México.

El problema de las drogas atañe a ambos países. Estados Unidos debe aceptar su corresponsabilidad en la situación y comprender que la colaboración bilateral —e incluso regional— es necesaria si de vencer a los grupos del narcotráfico se trata.

La Iniciativa Mérida, el tratado firmado por México, Estados Unidos y Centroamérica para unir esfuerzos en cuestiones de seguridad y contra el narcotráfico, se encuentra hasta ahora con un futuro incierto. Si el gobierno de Trump busca acción coordinada que pueda ser supervisada, el plan debe continuar.

El narcotráfico es un fenómeno con muchas cabezas. Para actuar, a menudo los criminales cuentan con cómplices en el entramado institucional de los países. De otra manera no se explica su poderío y libre actuar.

La complejidad del problema no se resolverá con un muro. Es hora de consolidar y profundizar la acción coordinada multinacional contra el narcotráfico. A ningún país conviene que sus poblaciones se vean afectadas por el consumo o por participar en la distribución ilícita de drogas. Una valla física podrá ser un freno momentáneo, pero no definitivo para cambiar la situación respecto al tráfico de drogas.

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