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La gasolina es uno de los pocos productos en el país cuyo precio aún es fijado por el gobierno federal.
El objetivo de las autoridades es que su precio sea el reflejo de la situación internacional de los energéticos y no tenga un valor ficticio por debajo del real (gracias a subsidios federales) o que sea superior al del promedio global (por elevados impuestos). Al darse lo primero la consecuencia es una afectación a la economía y un beneficio —dicen los expertos— para los sectores de mayores ingresos; de ocurrir lo segundo se presenta el cruce de conductores fronterizos a ciudades estadounidenses para abastecerse allá.
El precio de las gasolinas no ha estado en sintonía con lo que ocurre a nivel internacional, por ese motivo se tomó la decisión de transitar hacia la liberalización del precio desde el primer día de 2017. Sin embargo, el incremento de hasta 20% ocasionó un descontento popular que derivó en protestas y disturbios.
Para este 4 de febrero está programado otro ajuste con vigencia hasta el día 11. Después está previsto un nuevo precio que prevalecería hasta el día 18. De ahí en adelante el costo del litro de combustible se establecerá diariamente.
El gobierno federal, de acuerdo con información de la Comisión Nacional de Gobernadores, ha decidido cancelar lo anterior.
Las voces que pedían retrasar o suavizar provenían de distintos sectores y eran muchas. Partidos, empresarios y organizaciones sociales demandaron frenar el aumento de febrero, que el gobierno tomara las medidas necesarias para ello y que mostrara sensibilidad a la realidad económica del país y a la vapuleada economía familiar.
La medida que adoptará el gobierno es un freno momentáneo. ¿Qué pasará si el costo de los combustibles se eleva a nivel internacional? También se incrementará el precio a nivel nacional.
Por muchas décadas se cayó en el círculo vicioso de que el presupuesto estuviera apoyado en los ingresos petroleros, vía los impuestos que tenía que cubrir Petróleos Mexicanos. Este mecanismo generaba graves sangrías en la petrolera que le impedían modernizarse. La consecuencia final fue, como se dijo hace unas semanas, que el país se acabó a la gallina de los huevos de oro. A partir de 2018 México comenzará a importar petróleo, mientras se ven los primeros resultados de la exploración y explotación de nuevos pozos, como consecuencia de la reforma energética.
Este alivio temporal es resultado de la mejoría en el tipo de cambio y de la disminución del precio del petróleo a nivel global. Debe aprovecharse la coyuntura para que se analice en el país la mejor forma de ordenar el precio de las gasolinas sin que el gasto público tenga que recortar programas sociales y sin que las familias vean cómo su nivel de vida cae. No hay que desperdiciar la oportunidad.