A las conocidas acciones del gobierno de Trump que afectarán a México (construcción del muro y revisión o cancelación del TLCAN) se suma ahora el riesgo que representa la posibilidad de una reforma fiscal en Estados Unidos.

Elevar impuestos a importaciones y disminuir gravámenes a exportaciones puede representar la más grave de las acciones contra México por parte de la administración Trump. Varias de las multinacionales instaladas en México evaluarían seriamente la opción de salir del país —volverían a Estados Unidos— con lo que ello implique: menor creación de empleos y cierre de plantas, así como un impacto en el crecimiento económico, que algunos analistas pronostican en un punto del producto interno bruto.

Una respuesta lógica a las medidas que en ese sentido tome el gobierno estadounidense sería que México ponga en marcha medidas fiscales similares en favor de las empresas que se han asentado aquí. Sin embargo, la actual situación de debilidad de las finanzas nacionales impedirán que se pueda responder con la misma moneda. En este 2017 hubo un recorte al gasto público debido a que en 2016 la deuda mexicana como porcentaje del producto interno bruto mereció llamados de atención de las principales calificadoras, que advirtieron que degradarían la calificación de la deuda mexicana, si no se daba una reducción.

El Acuerdo de Certidumbre Tributaria, puesto en marcha hace tres años para garantizar que no se haría ninguna modificación al sistema fiscal mexicano en lo que resta del sexenio, no tendría razón de ser y sería insostenible mantenerlo sin modificación alguna cuando el gobierno estadounidense adopte las medidas fiscales que ha previsto. En esa coyuntura, cualquier modificación en materia fiscal que tome México deberá ser resultado del consenso entre las partes involucradas: gobierno y empresarios.

Desde el triunfo de Donald Trump las vulnerabilidades de México han salido a flote. La imposibilidad de concretar eventuales apoyos fiscales será una más de ellas.

Es precisamente el manejo correcto de las finanzas públicas, mantener la deuda en niveles manejables, hacer un uso eficiente del gasto, combatir dispendios y los actos de corrupción lo que siempre debe hacer cualquier país para mantener finanzas sanas y que cualquier turbulencia económica le afecte lo menos posible. Hace tres años nadie preveía la llegada de Trump ni el derrumbe de los precios del petróleo que se dio el año pasado.

Este 2017 la economía y los ingresos crecerán incluso a menor ritmo que en 2016. Se requerirá de acciones bien calculadas y de una rigurosa disciplina fiscal. El margen de maniobra es, pues, limitado.

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