Que 200 universidades de México y Estados Unidos, encabezadas por la UNAM, preparen una red de protección a estudiantes mexicanos radicados en el vecino del norte, como fue dado a conocer ayer, es naturalmente una buena noticia. De lo que se trata es de impulsar que los centros de estudios se solidaricen para rechazar las políticas antiinmigrantes emprendidas por el nuevo gobierno de EU.

Este plan de acción incluye ofrecer consejería jurídica en conjunto con múltiples organizaciones. Además, la UNAM trabaja en un programa para impulsar la ciudadanización de migrantes mexicanos en EU.

A causa del nuevo entorno en que nos han colocado a México y los mexicanos el discurso y las políticas del presidente de EU, Donald Trump, es urgente disponer lo antes posible de aliados en todos los frentes posibles en dicho país: la academia, el Poder Judicial, las ONG, los gobiernos locales, para comenzar a desplegar a la brevedad acciones concretas y no solo retórica y discursos.

Aunque formalmente los esfuerzos en defensa de nuestros connacionales que viven en Estados Unidos corresponde al gobierno mexicano, propuestas como ésta, desde unos de los sectores más respetados e influyentes tanto en México como en EU, abre la posibilidad de prevenir una eventual deportación en cientos, tal vez miles de jóvenes dreamers, y en los hechos supone el primer frente formal, alterno al gobierno mexicano, que la administración de Trump tendrá que enfrentar.

No obstante, ante esta iniciativa de Enrique Graue, rector de nuestra máxima casa de estudios, y porque hoy nos enfrentamos a la hostilidad del mandatario estadounidense, surge inevitablemente una interrogante: ¿dónde ha estado México todo este tiempo en su relación con los paisanos en el exterior? En vista de la ausencia de un engranaje de relaciones públicas de las cuales México pueda echar mano en estos complejos momentos, se hace evidente la urgencia de una red de protección. Porque, cabe mencionarlo, en Estados Unidos se dispone del sistema de consulados más amplio del mundo, por lo cual es incomprensible —y reprochable— la aparente desconexión con nuestros pares estadounidenses.

El proyecto bilateral que promueven las universidades se convierte en una de las primeras acciones coordinadas entre ambos países orientadas a proteger a un sector migrante de EU, a sus los estudiantes, y resaltar la importancia de éstos como un sector clave en la educación superior estadounidense.

Afirmó bien una de las participantes en el anuncio de esta estrategia: “Si Trump va a levantar su muro, nosotros trabajaremos para construir puentes sociales, empresariales y educativos que hagan que ese muro termine por caerse por inoperante”.

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