Desde el ascenso de Donald Trump al gobierno estadounidense, la relación con México ha tenido más bajos que altos, e incluso confrontaciones directas.

Ayer se dio un nuevo encuentro, ahora en suelo mexicano. Los secretarios de Gobernación y de Relaciones Exteriores se reunieron con sus homólogos estadounidenses para tratar principalmente temas de seguridad y migratorios. El encuentro sirvió para encaminar el diálogo bilateral nuevamente hacia el entendimiento.

De la parte estadounidense hubo declaraciones claras, directas e insistentes sobre temas que interesan a la parte mexicana: no habrá deportaciones masivas, no se usará la fuerza militar en acciones antimigratorias y se respetarán los derechos humanos, además de que cualquier repatriación se dará de manera ordenada. México puso también sobre la mesa la necesidad de frenar los flujos ilegales de armas y dinero desde Estados Unidos.

Como naciones vecinas, a ambos países no les conviene otra ruta más que el acercamiento y el diálogo. A pesar de ser una relación asimétrica (el país más poderoso del mundo frente a una nación que busca avanzar en su desarrollo), México tiene que exigir a su contraparte un trato de respeto, tanto en la relación diplomática como en las medidas que tomen unilateralmente e involucren a los connacionales que emigraron legalmente o sin documentos.

En materia migratoria, desafortunadamente, es poco el margen de actuación para México. Autoridades estadounidenses, dentro de su marco legal, tienen el derecho de arrestar a quienes hayan cometido faltas a la ley y deportarlos si se encuentran en esa nación sin documentación. Lo que el gobierno mexicano puede y debe hacer es exigir, con base en el derecho internacional, que no haya abusos o violaciones a derechos humanos.

Las diferencias no se borraron en este encuentro, quizá tampoco desaparezcan en lo inmediato, pero es importante que la puerta del diálogo se mantenga abierta para seguir avanzando en el entendimiento mutuo. A pesar de los desacuerdos, la de México y EU es una relación inevitable en muchos aspectos, comenzando por el geográfico.

Aunque minutos antes del compromiso público de los funcionarios de Washington la sombra del presidente Trump se hizo presente al afirmar que las deportaciones se están dando a un ritmo que no se había visto “y en una operación militar”, las diferencias podrán empezar a borrarse solamente si todo lo que aseguraron ayer los visitantes se traduce en los hechos.

En cualquier relación bilateral, pero en especial la que mantienen México y Estados Unidos —en medio de la coyuntura actual— la confianza sólo se alcanza cuando se honran los acuerdos... y así debe ser en este caso.

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