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¿Se puede habitar en una nación donde existe un conflicto armado, la insalubridad es extrema o donde el gobierno adopta actitudes de intolerancia o discriminación manifiestas? Probablemente sí, pero con una disminución en el nivel de calidad de vida y con riesgos para quien decida emigrar a algún país en esa condición.
De acuerdo con la Secretaría de Relaciones Exteriores de México hay regiones en el mundo consideradas hostiles para mexicanos: Egipto, Etiopía, Haití, Nigeria, Palestina, Honduras, Líbano… y hace meses Estados Unidos fue incluido en esa lista.
Antes de que se diera el triunfo de Donald Trump, la Cancillería previó un aumento del riesgo para connacionales que viven en el país vecino debido al ambiente de confrontaciones e incertidumbre “propiciado por continuos comentarios xenófobos de líderes políticos, sociales y empresariales hacia los migrantes hispanoamericanos, en especial sobre los mexicanos”. Mencionó la necesidad de reforzar varias de las representaciones mexicanas en Estados Unidos.
Siempre hay formas para luchar contra esa hostilidad. Probablemente es una minoría la que adopta actitudes de discriminación contra la comunidad mexicana, pero que se dé desde los puestos de poder público agrava el panorama. Sin embargo, sorprende que, hasta ahora, sean estadounidenses los que intenten modificar la imagen de mexicanos y de lo que ocurre en su país (basten los ejemplos del presentador Conan O'Brien y del periodista Shane Harris, ambos de visita en el país), y que no se conozcan casos similares de mexicanos en EU o campañas para dar otra imagen de México, de los mexicanos y de la importancia de la relación bilateral.
Apenas el martes el gobierno de Donald Trump anunció nuevas políticas para reforzar el control migratorio que se apartan de la idea inicial conocida hace unas semanas de enfocar objetivos en expulsar criminales y quienes representan una amenaza para su seguridad. Según la información que se difundió, todos los indocumentados serán susceptibles de ser devueltos a sus países. Los mexicanos llevarán la peor parte: la hostilidad no amaina, empeora.
Hoy puede darse una excelente oportunidad para rechazar ante representantes de primer nivel del gobierno estadounidense las acciones unilaterales que se han tomado e impactan en el país y en connacionales.
Se debe de llegar a esa reunión con una estrategia precisa para intentar devolver a la relación la ruta de la cooperación y el entendimiento basados en el respeto. Llegar a acuerdos, pero sin traicionar la dignidad.