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La mañana de ayer fue asesinado en la ciudad de Chihuahua el reportero Jesús Adrián Rodríguez Samaniego cuando abandonaba su vivienda para dirigirse al trabajo. La principal línea de investigación, de acuerdo con la Fiscalía del estado, relaciona el homicidio, precisamente, con su profesión de periodista. Descrito como alguien profesional y con alto sentido de la ética, Rodríguez Samaniego, de 41 años y 15 de trabajo en diversos medios de Chihuahua, cubría la fuente gubernamental para una cadena de radio. Tiempo atrás realizó notas policiacas.
Como ocurre en estos casos, las autoridades de inmediato declararon que este crimen no quedará impune, no obstante que este acto eleva a 12 el número de periodistas asesinados este año en México, de acuerdo con la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), o a 10, según estadísticas de Reporteros Sin Fronteras (RSF), convirtiendo a 2016 en el año con más muertes de comunicadores en el actual sexenio.
Datos de la CNDH detallan que en nuestro país 119 periodistas han sido asesinados desde el año 2000; 20 periodistas están desaparecidos desde 2005 y se han registrado 50 atentados a medios de comunicación desde 2006. Es en este contexto que RSF establece además que México es el país más peligroso del mundo para el ejercicio periodístico. “México se está convirtiendo en un cementerio para los periodistas”, lamentó Emmanuel Colombié, titular del Despacho de América Latina de RSF.
En el mismo sentido, en julio pasado, luego del asesinato del periodista Pedro Tamayo Rosas ocurrido el 20 de julio en Tierra Blanca, Veracruz, el representante de la Oficina del alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Jan Jarab, advirtió que “los asesinatos de periodistas no sólo lesionan a sus familiares y seres queridos, también lastiman al gremio por su efecto atemorizante, impactan negativamente en el derecho a la libertad de expresión y privan a la sociedad de su derecho a recibir información de interés público”. La CIDH, por su parte, luego de una visita in loco el año pasado a México, concluyó que “el periodismo se ejerce en un ambiente de precariedad laboral, inseguridad y falta de protección por parte de los propios medios hacia los periodistas”, y advirtió que en prácticamente todo el país el gremio periodístico se encuentra en una situación de vulnerabilidad en el ejercicio de su oficio.
Ante estos datos y un panorama en el que los periodistas son asesinados casi con total impunidad en México, las autoridades deben comprometerse en reformar y fortalecer urgentemente los dispositivos de alerta y de protección de periodistas —y dejar de burocratizar su acceso—, así como proporcionar a la justicia los medios para que identifique prontamente a los autores de estos crímenes. El ejercicio periodístico es indispensable para gozar una plena libertad. Es urgente evitar más ataques y garantizar la investigación y sanción de los ya cometidos.