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Varias regiones de México han vivido épocas de descomposición generalizada. Ocurrió así en Nuevo Laredo en 2005, en Michoacán desde 2007, en Guerrero cuando menos a partir de 2013 y en Ciudad Juárez en 2009. De hecho los habitantes de esas zonas no pueden decir que el proceso de normalización de su vida cotidiana ha concluido.
El común denominador en todos esos lugares asolados por el crimen organizado ha sido la dificultad de romper con el
círculo vicioso de una economía arruinada por la delincuencia, lo cual —a su vez— incentiva a miles de jóvenes a recurrir al camino del dinero fácil o de la adicción. En el caso de Ciudad Juárez parecía que una milagrosa recuperación se había dado. Bajaron los homicidios, los negocios volvieron a abrir y las calles dejaron de estar desiertas. Sin embargo, poco a poco el infierno está queriendo volver.
Datos oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública arrojan que los últimos tres meses la ciudad fronteriza registró más de 50 homicidios en cada uno de esos periodos, lo cual no ocurría desde 2012. Hasta el mes pasado el número total de víctimas ya había rebasado el que se dio durante todo 2015, lo cual no augura nada bueno para la cifra que se registre al finalizar el año.
Para el estado en general, el índice de víctimas aumentó 22% en agosto en comparación con el mismo periodo de 2015.
A lo anterior se suman datos que hoy señala este diario: Ciudad Juárez se ha convertido en el principal consumidor de heroína de México, con una tasa de 22.3%, mientras que el promedio nacional es apenas de 3.4%, de acuerdo con el informe 2016 del Centro de Integración Juvenil de Chihuahua. Hay 6 mil picaderos de la ciudad, según la asociación civil Compañeros, que trabaja con los adictos para, cuando menos, evitar que éstos se transmitan enfermedades entre sí por la suciedad en la cual toman sus dosis de droga.
Hasta ahora Ciudad Juárez ha sido una lección para el resto del país en lo que se refiere a abatir índices delictivos. En ese escenario también Michoacán es otro ejemplo; se contuvo el escenario de virtual guerra civil; en esta entidad la administración federal anunció en 2014 una inversión de 45 mil 500 millones de pesos para mejorar la educación, la seguridad social y el desarrollo económico de esa entidad, medidas adicionales a la intervención de las Fuerzas Armadas en el estado.
Acciones de éxito en materia de combate al crimen organizado no pueden echarse por la borda. Los casos de repunte son incipientes, pero deben tomarse como un llamado de alerta para los tres niveles de gobierno.