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Tras las elecciones primarias, y ahora en las campañas presidenciales de Estados Unidos, en las que el hoy candidato republicano, Donald Trump, ha hecho de nuestro país uno de los principales chivos expiatorios en su discurso de odio —en el que ha tildado a los migrantes mexicanos de ladrones y violadores—, parece que al fin el gobierno federal ha decidido emprender una estrategia integral para reivindicar la imagen de México, los mexicanos y lo mexicano en el vecino del norte.
Aunque ocurra tardíamente, es plausible que la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) esté a la caza de gestionadores o aliados pro México en Estados Unidos, lo mismo en universidades, en la sociedad civil y en comunidades mexicoamericanas, que en el sector privado y con empresarios estadounidenses y mexicanos. Ya era hora.
Como lo informa hoy este diario, dicha estrategia se enmarca en tres etapas: diagnóstico de cómo es visto México, los mexicanos y los mexicoamericanos en Estados Unidos; cambio de funcionarios que atiendan esta relación con un perfil enfocado en la promoción, y la reconstrucción de redes de aliados en el país del norte.
Lo urgente, explica el subsecretario para América del Norte, Paulo Carreño King, es “contar la verdadera historia de México, porque hay una imagen que no corresponde a la realidad, anquilosada... es promover la imagen actual —real— del país y los mexicanos”. El funcionario tiene razón.
Porque, en efecto, el tema de fondo para contrarrestar la mala imagen de México entre los estadounidenses, y en su lugar colocar una acorde con la realidad, es la información. La razón por la cual un buen porcentaje de la población de EU tiene una opinión negativa de nuestra nación es simple y llanamente su enorme ignorancia sobre la misma; ignorancia de lo que México significa cultural, histórica, económica y comercialmente para el mundo entero, pero para EU en particular. Y a esta ignorancia sumémosle una serie de estereotipos negativos, algunos muy añejos, que se han venido construyendo por décadas casi siempre infundadamente.
Trump, es cierto, miente en gran parte de lo que dice sobre México y los mexicanos, y sobre la relación política, laboral, económica y comercial de nuestro país con Estados Unidos; no obstante, como buen oportunista, el magnate estadounidense aprovechó una percepción negativa ya existente, y la magnificó. Lo cual denota las fallas en el manejo de la imagen nacional que han tenido la actual y las anteriores administraciones y que, al parecer, se encaminan a corregir. Esperemos que así sea.
México es mucho más que corrupción, violencia, crimen y narcotráfico. Es cierto que, en general, la actual situación de nuestra nación es adversa y compleja, y por ello enfrentamos un enorme reto en los tiempos venideros; sin embargo, era urgente emprender acciones para rehabilitar la imagen de México en Estados Unidos y en todo el mundo. Ya veremos los resultados.