El inicio del ciclo escolar no será igual para todos los menores en el país; esta vez el arranque no será parejo. La desventaja con la que iniciarán millones de niños forzosamente repercutirá de alguna manera en su preparación y futuro desempeño, sobre todo porque no es la primera vez que ocurre. De tan frecuente, la falta de clases se ha vuelto hasta cierto punto común en estados como Oaxaca, Guerrero, Michoacán o Chiapas, donde mayor presencia tiene la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.

Los profesores integrantes de la CNTE anunciaron que no regresarán este lunes a las aulas, sino a la realización de bloqueos, en rechazo a la reforma educativa.

Los últimos tres años la confrontación entre la CNTE y el gobierno federal prácticamente no ha bajado de nivel, marchas y movilizaciones van y vienen, y de las negociaciones —intermitentes— han surgido pocos acuerdos.

En este lapso, en las decisiones y demandas que ha expresado la Coordinadora, se oyen poco conceptos como alumno, enseñanza o capacitación, lo que domina es una exigencia: la derogación de la reforma educativa.

Mucho se ha cuestionado si la reforma debió comenzar con la evaluación de los maestros —probablemente no debió ser así y tampoco debió contener el aspecto punitivo de que luego de tres fallos serían retirados de grupo, que no del sistema educativo.

Sin embargo un punto que no merece estar a discusión es el de descontar el día a quienes falten a su deber. ¿A qué trabajador le pagan por no cumplir sus funciones? ¿Cuál es el compromiso de los integrantes de la CNTE con aquellos menores que hoy inician o continúan sus estudios básicos?

En esta confrontación hay varios damnificados (comercios y población general), pero los más importantes serán los niños que hoy al llegar a su escuela la encuentren cerrada y tengan que volver a su casa. Los estragos de esa medida no se ven en el corto plazo; se reflejará cuando nuevamente el sistema educativo mexicano sea centro de una evaluación internacional y el desempeño de los educandos sea reprobatorio y sus estados continúen atrasadas respecto al resto del país.

La educación en algunas entidades está atrapada por un conflicto del cual no surge una solución definitiva. La responsabilidad debe prevalecer en ambas partes, pero en una de ellas parece importar sólo el beneficio propio y no el de los estudiantes. Eso sólo revela el poco interés por el país.

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