A las grandes ciudades los problemas se les vienen por temporadas. Todos saben cuáles son los riesgos que se enfrentan en las diferentes épocas del año, pero por los resultados que se tienen parece que las acciones que se toman son insuficientes para prevenirlos.

Si no es el inclemente frío del invierno o las olas de calor entonces son las lluvias, que justo padece el país en casi todo el segundo semestre del año.

En las distintas situaciones la prevención es la mejor herramienta para prevenir víctimas fatales o incluso para frenar epidemias como zika, dengue o chikungunya.

La noche del pasado lunes la lluvia en la zona del valle de México dejó como resultado decenas de viviendas afectadas —tanto en áreas populares como residenciales— y más de 100 automóviles dañados, debido a que el agua inundó estacionamientos subterráneos de centros comerciales, de un hospital y de algunos edificios de condominios.

Es cierto que ante la fuerza de la naturaleza es poco lo que se puede hacer, pero en esta ocasión hay indicios de que decisiones mal tomadas influyeron en las escenas que publicó ayer y todavía publica hoy EL UNIVERSAL.

Testimonios de vecinos y autoridades refieren una explicación lógica del desbordamiento de un río: el cauce fue reducido de 30 metros a una tubería de 1.80 metros de diámetro. Y aportan un dato más: hay un conjunto residencial que corta el afluente. Inquilinos de un edificio señalan que es la segunda vez que enfrenta una situación similar; en 2014, cuando también se inundaron, los inquilinos solicitaron desazolvar una corriente pluvial y entubarla, pero no han visto acciones al respecto.

Además de la fuerza de la precipitación hay otros factores que explican los daños, y que no son exclusivos del valle de México: el contubernio entre voraces desarrolladores inmobiliarios y autoridades para levantar construcciones en zonas de riesgo —que ofertan en millones de pesos—, la falta de previsión de las autoridades e incluso la invasión que hacen grupos populares, alentados por sus líderes, de predios no aptos para la vivienda.

Los desarrollos con escasa planeación que se presentan en las grandes ciudades del país quedan con frecuencia expuestos por las condiciones climatológicas. Se está a tiempo para que cualquier nuevo proyecto que surja esté apegado a la normatividad y cumpla con las disposiciones para prevenir tragedias. Hasta ahora en los casos citados se reportan daños únicamente materiales. No esperemos a que tenga que haber víctimas fatales para empezar a actuar.

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