¿Serán suficientes las medidas anunciadas ayer para reducir los elevados niveles de contaminación en la llamada Megalópolis, que incluye a la Ciudad de México y cinco estados vecinos? Para que la respuesta sea positiva será necesario el compromiso real de muchos actores y es ahí donde puede estar el principal problema.
De inicio, la Norma Emergente de Verificación Vehicular tiene varios puntos a favor. Entre ellos, la homologación de los programas de detección de contaminantes en seis entidades, la inclusión del transporte público y de carga, aunque tengan placas federales, así como la introducción de nuevas tecnologías para realizar la medición de emisión de sustancias de los automotores y el interés por reducir en mayor medida los óxidos de nitrógeno, que investigadores del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM han señalado como la chispa que activa el ozono, principal causante de las contingencias ambientales.
Sin embargo, se esperaba que el anuncio de ayer no enfocara el tema del combate a la contaminación exclusivamente en un aspecto; ¿dónde están las acciones que vendrían a complementar una visión integral del problema como la mejora de la calidad de gasolinas, el compromiso de los industriales para reducir también sus procesos contaminantes y al menos el esbozo de planes de movilidad y de mejora al transporte público?
Entre las acciones que se dieron a conocer hay una que debe haber entusiasmado a los fabricantes y vendedores de automóviles: hasta el 4 de abril (antes de que se pusiera en marcha el programa de emergencia) los vehículos nuevos que eran verificados recién salidos de la agencia obtenían la calcomanía doble cero para circular a diario y no volvían a verificar sino dos años después, a partir de ahí verificaban cada seis meses y obtenían generalmente el holograma cero; ahora los autos nuevos podrán obtener la doble cero durante cuatro años (verificando nuevamente a los dos años). Habrá que evaluar si medidas como la descrita no implicará un nuevo auge de ventas que llevarán más autos a las saturadas vialidades de la capital del país.
El principal enemigo del programa será la corrupción. La utilización de una mejor tecnología, que será operada por manos humanas, no garantiza del todo la eliminación de malos manejos. La norma anunciada ayer debe ser tomada como un primer paso que requiere el acompañamiento de acciones en otros ámbitos y de una estricta verificación de la autoridad para que todos los involucrados cumplan de la mejor manera.
Una constante evaluación del programa, como lo ha sugerido el Coneval, es una medida sensata que debe considerarse.