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El domingo pasado el PRI perdió no sólo la mayoría de los estados en disputa durante las elecciones a gobernador en 12 estados, además por primera vez dejará de gobernar en Tamaulipas, Quintana Roo, Durango y Veracruz, entidades donde el viejo partido jamás había sido reemplazado. ¿Casualidad? Verlo así sería un error por parte del PRI y de los gobiernos emanados de esa agrupación política, incluido el federal. Recibieron una lección rumbo a 2018. Así deben tomarlo.
“En el voto de los veracruzanos hay un claro mensaje hacia el PRI, pero sobre todo para sus gobiernos”, dijo ayer Héctor Yunes, el candidato tricolor. Importante reflexión que proviene del estado con mayor población de entre los que se disputaron el domingo, una entidad en la cual más de dos tercios de los votantes eligieron sufragar en contra del partido en el poder. En entrevista con Ciro Gómez Leyva, el dirigente nacional, Manlio Fabio Beltrones, coincidió con el diagnóstico: “(se) está mandando un mensaje para un cambio de actitud del PRI y del gobierno”.
La disciplina característica del viejo partido hará que otros de sus integrantes sean más mesurados al emitir sus valoraciones, pero la realidad es que la mayoría de los mexicanos no está contenta con el estado de su vida cotidiana.
En el afán de negar el regaño social, algunos podrán argumentar que se trata de un mero problema de percepción o de comunicación. Que los logros no se están transmitiendo adecuadamente. Hacer esto sólo tendría como consecuencia mayor demora en la correcta atención de los reclamos ciudadanos.
Acciones son las que se requieren, no cambios de discurso o de imagen frente a la derrota electoral del partido gobernante. Para emprenderlas hay que empezar por leer los datos disponibles y no conformarse con lo hecho.
En la última Encuesta Nacional de Victimización casi un tercio de la población dijo haber sido objeto de un crimen sólo durante 2014; sin embargo, el gobierno federal ha presumido desde el principio del sexenio una reducción en homicidios, extorsiones y secuestros. ¿Basta transmitir estas cifras? No, se requiere convencer vía un cambio radical en la percepción de seguridad. Es decir, quizá el número de denuncias debería dejar de funcionar como medida única de éxito o fracaso.
En el caso de la economía el margen de maniobra es más estrecho, pues un país dependiente de las exportaciones como México no se manda solo. Sin embargo, el entorno internacional adverso sigue contrastando con los pocos sacrificios en cuanto a gasto en burocracia que el gobierno ha hecho.
El primer cambio en el gobierno y su partido debe ser admitir que el votante siempre tiene la razón.