La imagen que México ofrezca al exterior debe ser simplemente el reflejo de lo que es la situación local, sin embargo el gobierno debe dedicar esfuerzo y recursos para evitar que intereses contrarios más allá de las fronteras distorsionen la imagen nacional, así como para la defensa de la integridad de connacionales que se encuentran fuera del país.

En entrevista con EL UNIVERSAL, la secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu, afirma que ha habido expresiones de preocupación de algunos países ante hechos específicos, pero a esas naciones “se les informa, se contextualiza la situación y se repite lo que es cierto”. De igual manera, señala, México ha expresado su preocupación, por ejemplo, ante el trato que se da a connacionales en Estados Unidos.

En la diplomacia, el diálogo abierto y maduro siempre será la mejor opción para resolver problemas o cuestionamientos de naciones amigas. En esa línea debe mantenerse la diplomacia mexicana.

Ante la ola de sentimientos nacionalistas y xenófobos que se han extendido por regiones del mundo, la política exterior mexicana, junto con la canadiense y estadounidense, tiene el reto de demostrar que las alianzas económicas sirven para generar bloques competitivos en el escenario global, que difícilmente podrán deshacer nuevos actores políticos. A unos días de que Gran Bretaña votó por abandonar la Unión Europea, la cumbre que celebrarán esta semana los jefes de gobierno de México, Estados Unidos y Canadá debe ser un foro en el que se expresen las bondades de la cooperación económica.

Otro de los desafíos, mencionado éste por la canciller, es el de los derechos humanos. México alza la voz por los connacionales que están fuera del país, pero a menudo olvida que una situación similar, de abusos y vejaciones, se da contra los migrantes que ingresan al país en su trayecto a Estados Unidos.

Una veta de oportunidad más es América Latina, pues dos hechos relevantes han ocurrido sin la participación mexicana. El primero, el descongelamiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, y la semana pasada la firma del acuerdo de paz entre Colombia y las FARC. México, sin tratar de adoptar la postura del hermano mayor de la región, pudo haber hecho valiosas aportaciones en ambos casos.

En el trato con el resto de las naciones, México debe tejer una relación de igualdad en la que haga valer su condición como una de las economías más importantes del mundo y en la que prevalezca un diálogo directo y propositivo. Los retos actuales y los que se avecinan para la diplomacia mexicana se resolverán si la imagen del país es la de un actor de peso en el escenario global.

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