Lo que muchos consideraron al principio una mala broma de un millonario excéntrico —postularse como aspirante a la candidatura presidencial del Partido Republicano— en estos momentos todo apunta a que se volverá una realidad. En Estados Unidos y fuera de ahí la situación ahora es vista desde una perspectiva diferente.
En México, la virtual candidatura de Donald Trump ha producido cambios en la estructura diplomática; los más importantes, la renovación en las carteras de embajador en Washington y de subsecretario de América de Norte.
Respecto al caso Trump, ambos funcionarios marchan en una misma dirección, con una estrategia conjunta.
En una entrevista publicada hace unos días por este diario, el embajador de México en Estados Unidos, Carlos Sada, definió las acciones: responder cada golpe con datos duros de las aportaciones que los connacionales hacen a la economía de EU, sin rebajarse al nivel que ha mostrado Trump en concentraciones con sus simpatizantes. Y hoy el subsecretario de América del Norte, Paulo Carreño King, afirma que se buscará cambiar la percepción con datos duros e informando en qué consiste la relación bilateral, el comercio, el intercambio académico.
Sin embargo, Trump emitió ayer una señal clara de que su discurso incendiario parecía ser parte de una estrategia bien trazada. Si para lograr la —inminente— candidatura republicana tenía que atacar a grupos que son vistos con recelo por los conservadores republicanos, lo hacía. Si para ganar la presidencia tiene que cortejar el estratégico voto latino, ya comenzó: ayer difundió en sus redes sociales una foto, con motivo del 5 de mayo, en la que dice “amar a los hispanos”.
¿Qué habría pasado si Donald Trump no hubiera participado en el proceso de selección de candidato presidencial del Partido Republicano? Probablemente la situación y el concepto hacia connacionales en Estados Unidos se mantendría sin cambios. La comunidad mexicana habría seguido bajo la sombra de ser la principal representante de la migración indocumentada y dedicada a desempeñar labores prácticamente que los estereotipos le han asignado: jardineros, cocineros, cuidadores de niños, empleados domésticos… con un muy reducido número de casos individuales de éxito.
Si Trump no hubiera irrumpido con su discurso incendiario hacia la comunidad mexicana ¿se habría adoptado la estrategia de reposicionar y relanzar la imagen del país en Estados Unidos? Quizá no. Pero ahora, sea o no Trump candidato, sea o no Trum presidente, es momento de arropar y atender a los millones de mexicanos que hace años tuvieron que emigrar porque este país no les ofrecía un futuro halagador.