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En la discusión por la contaminación el asunto de la movilidad en la Ciudad de México se ha abordado de manera tangencial, pero uno y otro están estrechamente vinculados. Una deficiente movilidad contribuye a que se eleven los índices de contaminantes. De acuerdo con un estudio de 2014, realizado por el Poder del Consumidor, la velocidad promedio en la capital pasó de 40 kilómetros por hora (kph) en la década de los 90 a 17 kph en 2007 y a 12 kph hace dos años. La mayoría de los conductores capitalinos ve pasar parte importante de su día desde el interior de sus vehículos.
De acuerdo con datos oficiales, del total de viajes registrados en la Ciudad de México, la tercera parte se lleva a cabo de las 06:00 a las 09:00 de la mañana. ¿Qué se puede hacer para distribuir los viajes de manera más equilibrada? El gobierno de la CDMX anunció que está a la espera de la conclusión de un estudio sobre horarios escalonados para beneficiar la movilidad de los servidores públicos de la administración capitalina. Aunque no es un proyecto novedoso, lo cierto es que el actual puede ser el primer gobierno en tomar ese tipo de medidas.
Los nuevos horarios se aplicarían todos los días de la semana para que algunos trabajadores ingresen a las 6 de la mañana, otros a las 10 de la mañana y otros a las 11 horas. También se evalúan horarios vespertinos.
Hasta ahora, la percepción es que los distintos gobiernos locales habían privilegiado al vehículo al edificar segundos pisos y pasos a desnivel; cierto que las obras sirvieron para desahogar la carga vehicular de vialidades capitalinas, pero faltó sumar acciones en otros ámbitos. La propuesta de horarios escalonados puede ayudar a mitigar la contaminación y el problema de saturación de vialidades.
Si el gobierno de la capital del país pone el ejemplo en la aplicación de esa estrategia, dependencias federales deberían evaluar la adopción de un esquema similar e incluso extenderlo al sector privado.
Para obtener mejores resultados, la movilidad en la Ciudad de México debe incluir acciones diversas. La ampliación y creación de vialidades no tienen por qué ser descalificadas a priori —en estos momentos la ciudad sería impensable sin arterias como el Anillo Periférico o el Circuito Interior, pero a la par de aumentar espacios viales, se requiere de un transporte público eficiente que convenza a la población de que resulta mejor que utilizar el auto. Tampoco deben olvidarse las ciclovías, pues el esquema ha sido bien recibido por los capitalinos, da resultados y debe seguirse extendiendo. El Metrobús, criticado cuando surgió, ahora se percibe como una opción eficiente.
Emprender diversas acciones simultáneas, enfocadas a un mismo objetivo no tiene por qué ser complicado. La ciudad lo agradecerá.