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En el marco de la celebración de los 100 años de nuestra Constitución vigente y de El Universal, el lunes pasado, en la Suprema Corte de Justicia de la Nación se reconoció la labor durante el proceso de integración y existencia del constituyente de 1917 del que se presentaba, en octubre de 1916, como el Diario Político de la mañana, dirigido por el constituyente Félix Fulgencio Palavichini.
Durante el acto, se resaltó la relación íntima entre ambos hechos históricos, la promulgación de la Constitución y la fundación de El Gran Diario de México. La ceremonia conmemorativa se denominó “El Universal como Vocero del Constituyente de 1917”, lo que es suficiente para destacar su vinculación umbilical. Además, hay que señalar que se nutrieron de la ideología revolucionaria de la época y que fueron un fiel reflejo de la lucha política que forjó al México del siglo XX.
El Universal, que fue el primer medio de divulgación del texto constitucional aprobado, con un tiraje de 50 mil ejemplares, y la Suprema Corte, que es garante por antonomasia del mismo, organizaron este acto conmemorativo para mandar mensajes claros:
El Presidente del Periódico, Juan Francisco Ealy Ortiz, invitó a seguir trabajando “para construir un futuro común, en donde la dignidad, la libertad, la igualdad y la justicia sean el medio que integra y conforma un solo México, a ese país que soñaron edificar los constituyentes de 1917”.
El Ministro Presidente Luis María Aguilar Morales convocó a que “rumbo al inminente Centenario de la Constitución, es preciso que todos los que habitamos este gran México seamos guardianes de nuestra Ley Fundamental, que cada ciudadano respete y honre a la Constitución cumpliendo con sus obligaciones.”
La ratificación solemne de un compromiso cotidiano, que para El Universal consiste en ejercer críticamente el derecho de la libre expresión y para la Suprema Corte garantizar el respeto de la Constitución y, por lo tanto, de los derechos humanos, refuerza el propósito primordial del Constituyente de 1917: crear una institucionalidad que favorezca a la convivencia social pacífica, justa y armónica.
A casi 100 años de la promulgación de la Constitución, que tiene más de 700 reformas, y tomando en cuenta una transformación profunda en los últimos 30 años que se puede equipar a una nueva constitucionalidad obtenida de manera pacífica, a través de un camino complejo, lleno de obstáculos y contradicciones políticas y sociales, se puede afirmar que estos actos nos recuerdan que todos tenemos la obligación de seguir construyendo el gran México que nuestros abuelos y padres se imaginaron y de impulsar el proyecto de nación, por el que hemos luchado todas las generaciones: una nación libre, justa, democrática y más igualitaria.
La complejidad de la realidad que vivimos, la desarticulación social, la crisis de valores, la erosión de la legitimidad de las autoridades y los embates del egoísmo expresado en la delincuencia organizada, los grupos radicales violentos o la corrupción no deben ser suficientes para desanimarnos. En ese sentido, la tarea que nos debemos imponer institucional y personalmente en este Centenario es la defensa de la Constitución que nos hemos dado, a las instituciones que hemos edificado y reedificado bajo su mandato y a la convicción de que el derecho es el instrumento principal para el cambio social -que es lento y doloroso por los intereses creados que afecta.
La vocería de El Universal no terminó con la promulgación de la Constitución hace 100 años si no que ha continuado y debe continuar. Es una vocería centenaria. La mejor manera de cumplir con esta misión es ejerciendo cabal y dignamente la libertad de expresión que concede la Carta Magna y garantiza, como última instancia, la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
P.D. Felicito al Gran Diario de México en su centenario y manifiesto que me siento orgulloso por colaborar en la labor que hace 100 años comenzó Felix Palavicini, continuó Miguel Lanz Durent y Francisco Ealy Ortiz, que es el ejercicio comprometido de la libertad de expresión crítica con el propósito de fortalecer las instituciones de la República desde una cosmovisión personal.