Desde hace semanas, tropas de la Marina Armada de México recorren sin descanso la sierra que divide a Sinaloa y Durango. El objetivo: la recaptura de Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo. Y hace diez días, casi dieron en el blanco. Según se sabe por filtraciones a medios estadounidenses, luego confirmadas por el gobierno federal, el fugitivo más buscado del mundo estuvo a un tris de ser detenido en Tamazula, Durango. Para mala fortuna de las autoridades, logró romper el cerco y huyó, no sin antes sufrir lesiones por una caída (según las versiones oficiales).

¿Qué podemos concluir de este intento fallido de captura? ¿Qué dice sobre El Chapo y sus perseguidores? Aquí retomo algunas reflexiones iniciales:

1. El Chapo es menos cauteloso de lo que suponíamos. O algunos miembros de su círculo íntimo son imprudentes. Al parecer, la operación en Durango se detonó tras una serie de llamadas interceptadas a algunos de sus intermediarios. Claramente, alguien dijo algo de más.

2. El círculo cercano de Guzmán ha cambiado poco. Su organización criminal probablemente no ha sido purgada aún. Esa estabilidad pudo haber permitido a las autoridades, tanto mexicanas como estadounidenses, reconstruir la red de vínculos del capo.

3. La operación en Durango fue posible gracias a activos de inteligencia de Estados Unidos (informantes, intervenciones telefónicas, aviones no tripulados, etc.). El gobierno de México así lo reconoció, aunque oblicuamente, en el comunicado de prensa emitido por la Secretaría de Gobernación el viernes pasado. La implicación es obvia: las agencias estadounidenses tienen una participación activa y directa en la persecución de Guzmán.

4. Probablemente, existe molestia en el aparato de inteligencia de Estados Unidos ante el fracaso del operativo en Durango. La filtración a los medios estadounidenses probablemente debe interpretarse en esa clave.

5. La Marina sigue siendo el socio mexicano preferido de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos. Con alta probabilidad, el Ejército estaba mejor situado para una operación en el Triángulo Dorado. Sus oficiales conocen íntimamente la región, como consecuencia de las campañas anuales de erradicación de cultivos ilícitos. Pero la confianza de las agencias estadounidenses (y el acceso a su información) fue tal vez el elemento determinante en la asignación de responsabilidades.

6. Incluso con amplios recursos operativos y la colaboración de Estados Unidos, será complejo atrapar al Chapo en la Sierra Madre. Las dificultades del terreno hacen casi imposible una operación aérea. Y realizar una aproximación sigilosa por tierra es impracticable. Además, los operadores del Cártel de Sinaloa tienen un profundo conocimiento de la región. Y cuentan con la colaboración de algunas autoridades locales y de parte de la población.

En conclusión, la campaña para reaprehender al Chapo parece caminar en la dirección correcta. Las autoridades han acumulado una cantidad importante de inteligencia sobre el personaje. Sin embargo, sería un error subestimarlo. Entre 2001 y 2014, logró escaparse de al menos ocho operativos de captura. Está en posesión de amplios recursos financieros y militares, y cuenta con complicidades en varios puntos del aparato de seguridad. No es presa fácil.

Además, cada operación fallida puede significar un retraso de meses en la persecución. Algunos de los informantes dejan de ser útiles, las líneas de comunicación (teléfono, email, radio, etc.) cambian y la seguridad en torno al capo se aprieta. Así que podría pasar un largo rato antes de que surja otra oportunidad para ponerlo de nuevo tras las rejas. Ojalá sea cosa de meses y no de años.

Analista de seguridad

@ahope71

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