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Después de la reforma en telecomunicaciones, la situación en México no cambió, sobre todo en materia de televisión; algunas mejoras hubo en telecomunicaciones. Seguimos con el duopolio televisivo a todo vapor y la idea de una mayor pluralidad mediática sigue como aspiración no cumplida. Si en alguna parte del país se nota la vuelta del PRI como una regresión autoritaria es, sin duda, en materia de medios masivos de comunicación. En este contexto podemos recordar que hace un año Carmen Aristegui fue despedida —junto con todo su equipo— del programa de radio que conducía en MVS, de lunes a viernes de 6 a 10 de la mañana, uno de los de mayor audiencia.
La cancelación del espacio de Aristegui en la radio forma parte del reporte sobre La Situación de los Derechos Humanos en México que elaboró la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sobre la crisis de violencia por la que atraviesa nuestro país. Hay un apartado acerca de las dificultades para ejercer el periodismo en México. El informe señala que: “la periodista y su equipo fueron cesados”. La historia se conoce y ha sido escrita en un libro de buena manufactura periodística: El despido, de Wilberto Torre, que relata cómo se hizo la investigación sobre la casa blanca y cómo se tejió la trama para sacar del aire a Carmen. La conclusión del caso sigue vigente: Carmen Aristegui fue cesada por haberse atrevido a destapar un caso de corrupción que tocó de forma directa a Enrique Peña Nieto. La lógica política de la regresión se impuso sobre la lógica económica. El programa de Carmen era un excelente negocio por el rating y el nivel de publicidad. De acuerdo con un artículo de Luis Ángel Hurtado Razo en la revista Zócalo, número 193, se pasó de un 0.809 en febrero —antes de la salida del Carmen— a un 0.383 en abril. Mal negocio. Una explicación es que posiblemente se hayan prometido favores para el futuro de la empresa, quizá alguna licitación favorable. La mala noticia es la dependencia patológica, una suerte de intercambio clientelar entre las élites, ‘te apoyo a cambio de favores’.
El último día que Carmen estuvo frente al micrófono de MVS —el 13 de marzo de 2015— señaló la lucha que emprendía para que regresaran sus dos compañeros, Irving Huerta y Daniel Lizárraga, que habían sido despedidos y también dijo: “Esta batalla, no lo dude nadie, es por nuestra libertad”. El 19 de marzo en una conferencia de prensa que dio Aristegui vía streaming (en donde se conectaron más de 60 mil personas), tendió la mano para una reconciliación y enfatizó el tipo de espacio que se había construido en su programa a lo largo de seis años. Un modelo de comunicación que contaba con un código de ética, un ombudsman y una unidad de investigaciones especiales, de donde salió el reportaje sobre la casa blanca. En ese momento, la misma Carmen sugirió que en vez de despedir a los periodistas los deberían de premiar y, en efecto, así sucedió; poco después el equipo ganó el Premio Nacional de Periodismo en México y en el extranjero el Premio Gabriel García Márquez.
Una vez cancelada la posibilidad de mediación, se recorrió la vía legal del amparo, porque una frecuencia radioeléctrica es un bien público y el conflicto no es entre particulares, como dijo el secretario de gobernación unos días después del golpe. Cada espacio de noticias tiene su tono y sus modalidades y el de Aristegui abrió los micrófonos a voces que ya no se escuchan, a miradas y tratamientos noticiosos que sólo se dan cuando se tiene libertad de expresión, autonomía editorial y periodismo de investigación. Sin duda, el espacio cancelado ha dejado un vacío importante en el cuadrante.
Hemos retrocedido. De acuerdo con Artículo 19, las agresiones a comunicadores durante el sexenio de Calderón eran 1 cada 48.1 horas, y con Peña Nieto son 1 cada 26.7 horas. Hay espacios cancelados, censura, asesinatos y agresiones a periodistas. Un rasgo regresivo es que un país en donde los medios necesitan del favor político para sobrevivir, la libertad de expresión se vulnera, como sucede hoy en México. Una democracia sin un espacio plural de medios no tiene sentido, por eso nos unimos al hashtag: #AristeguiTeQueremosAlAire.
Investigador del CIESAS.
@AzizNassif