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ssierra@eluniversal.com.mx
Naturalizar nuestro hábitat es posible pero para que no sea mera utopía se requiere de la participación ciudadana. Una ciudad naturalizada, una nueva Arcadia exige que se involucren más iniciativas de la sociedad y que se cree una cultura urbana de la naturaleza; precisa también de gobiernos con visión.
De eso está convencido el arquitecto José Antonio Aldrete-Haas. El también maestro en urbanismo propone reconectarnos con la naturaleza y buscar que haya belleza en la ciudad. Por otra parte, cuestiona por qué no se ha dado a conocer cuál será el impacto ambiente del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM).
A lo largo de su trayectoria como arquitecto, maestro y autor de libros fundamentales para entender el paisajismo, la relación del ser humano con la naturaleza y el crecimiento de la Ciudad de México, José Antonio Aldrete-Haas ha defendido e impulsado una ciudad que no deteriore el medio ambiente, sino que por el contrario, sea rica en estímulos naturales “que son indispensables para nuestro balance emocional”.
Aldrete-Haas es autor de una amplia obra que entrelaza naturaleza, paisaje, artes visuales, arquitectura, urbanismo. Ha investigado y escrito de arquitectura y paisaje en libros como CDMX naturalizada; de programas de vivienda —La deconstrucción del Estado mexicano: políticas de vivienda 1917-1988— y ha reunido sus obras como arquitecto, escultor y paisajista en Lo invisible en la arquitectura, por ejemplo.
Acaba de publicar La Nueva Arcadia. La Ciudad del Siglo XXI que, como CDMX Naturalizada, fue editado por Textofilia. Ambos libros reúnen las tesis y propuestas de Aldrete-Haas y ejemplos sobre cómo hacer posible una ciudad naturalizada.
En La Nueva Arcadia —el nombre proviene de Arcadia, región de la antigua Grecia donde se dice que reinaba la armonía del hombre con la naturaleza— plantea una alternativa de hábitat para el siglo XXI. Escribe: “La Nueva Arcadia naturaliza la ciudad existente para re-establecer los estímulos provenientes de la naturaleza que requerimos en un hábitat dominado por lo artificial. No planteo la construcción de ciudades nuevas sino la transformación de las existentes, en particular aquellas cuyo tamaño y artificialidad las hace contaminantes y psíquicamente insalubres.”
Sus investigaciones muestran cómo él y otros han propuesto modelos donde es posible construir una relación diferente con la naturaleza. ¿Por qué no se han escuchado esas propuestas?, ¿por qué no figuran en los planes de los gobiernos? Esas preguntas las plantea Aldrete-Haas.
Aunque habitamos ciudades “contaminantes y psíquicamente insalubres”, el arquitecto no cree que se haya perdido la relación entre el ser humano y la naturaleza: “No podemos. ¡Somos naturaleza! Pero nos hemos ‘distanciado’ de ella. Por un lado hemos construido un hábitat ‘árido, muy artificial’ y por el otro la pasamos hipnotizados por la tele y el iPhone. Queremos ‘reconectarnos con ella’. Esa nostalgia se ve en las macetas con plantas y flores que llenan los balcones, en las vacaciones a la playa, en los fines de semana fuera de la ciudad”.
—¿Qué pasos dar para naturalizar la Ciudad de México?
—La crisis ambiental actual ha ‘evidenciado’ nuestro ‘distanciamiento’. Cuando estás a punto de perder algo te percatas que te hace más falta de lo que suponías. Los proyectos de CDMX Naturalizada dan fe de nuestra nostalgia, pero también de nuestros deseos de resolver dicha nostalgia.
Ver y vivir lo inadecuado del ‘nicho ecológico’ a pesar de la necesidad de cercanía con la naturaleza fue el detonante de estas investigaciones, cuenta el arquitecto en entrevista vía correo electrónico.
En la publicación indica que la Nueva Arcadia: “Es un gran híbrido de construcción y naturaleza, cruzado por ríos, cubierto de parques y jardines; con edificaciones históricas abrazadas por vegetación, construcciones funcionalistas forradas con bosques verticales y azoteas-jardín, suburbios revitalizados con vida urbana, paisajes construidos conectados por corredores naturalizados, y embellecido con expresiones artísticas que nos remiten a la naturaleza”.
El libro previo, CDMX Naturalizada, contiene ejemplos de espacios llenos de vegetación; se pueden ver en la Torre Latinoamericana, en Bellas Artes, en Río de la Piedad, en el Centro Histórico. Es lo que llama un collage con propuestas que se hicieron a partir de la segunda mitad del siglo XX; son proyectos de despachos o arquitectos como Alberto Kalach, Taller 13, Fernanda Canales, Jerónimo Hagerman o el propio Aldrete-Haas.
El agua y el NAICM. Uno de los grandes problemas para la ciudad tiene que ver con el manejo del agua, tema sobre el cual dice Aldrete-Haas: “Sin agua no hay vida. Pero no parece que tomamos esto con la seriedad que merece, basta ver la ineficiencia con que la usamos”.
Sobre el NAICM y las afectaciones que traería, el arquitecto asegura que lo están haciendo es “‘rellenar’ el lago destruyendo cerros y haciendo ‘hoyos’ en las inmediaciones sin medir su impacto ambiental y, peor aún, no se ha dado a conocer el impacto ambiental total del NAICM, ¿por qué?, ¿por qué no se tomaron en cuenta las ideas incluidas en CDMX Naturalizada, muchas de las cuales ya eran conocidas? Creo que el proyecto de NAICM se ha visto más como una terminal aérea que como un plan integral de desarrollo del lago —su recuperación y rehabilitación como lago y reserva ‘verde’— junto con la zona nor-oriente de la ciudad”.
A la pregunta acerca de qué importancia ha visto que tienen los temas de naturaleza y agua para el nuevo gobierno, federal y local, Aldrete-Haas cuestiona: “¿Se abrirán a discusión ciudadana las recientes medidas ‘privatizadoras’ del agua de Peña Nieto ahora con AMLO y Sheinbaum? ¡Se debería!”. Y luego aclara: “No tengo información detallada al respecto, pero hasta donde entiendo las medidas no son privatizadoras per se. Sin embargo hay quienes opinan que su ‘implementación’ podría dar lugar a ello si no hay una ‘vigilancia ciudadana’. De nuevo, hay que enfatizar en el involucramiento ciudadano en el futuro de la ciudad”.
—¿Por qué México no ha rescatado sus ríos ni aprovechado su condición lacustre?
—Entubar ríos es una solución “simple, práctica y económica”, pero que acentúa la “aridez” y “dureza” de la ciudad. No contempla nuestra necesidad de “belleza” ni tampoco que una ciudad bella atrae turismo y con ello riqueza: ha faltado visión de los gobernantes y participación de la ciudadanía.
—¿Por qué los habitantes de esta ciudad niegan su nostalgia de la naturaleza?
—Nadie niega su nostalgia por la naturaleza. Los parques se llenan los fines de semana, lo mismo que los lugares de descanso fuera de la ciudad. Pero falta conciencia de esa nostalgia y canales de participación ciudadana para expresarla.
—La Nueva Arcadia ¿es real, posible o utópica?
—La Nueva Arcadia es posible. Se han vuelto populares las azoteas jardín, los muros verdes, los huertos urbanos, renovar los parques y jardines. Pero falta involucrar más iniciativas ciudadanas, crear una “cultura urbana de la naturaleza”. Hay un consenso “tácito” de las virtudes de naturalizar nuestro hábitat: todo mundo quiere un jardín o cuando menos un balcón con plantas y flores y una vista a un camellón arbolado. Hay que hacerlas “explícitas” y crear programas para “naturalizar” nuestro “nicho ecológico”.