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En todas las referencias que Jorge Ayala Blanco utiliza para dar cuenta de la calidad de varias de las películas más recientes del cine mexicano hay una certeza: que el cine que se está haciendo actualmente en México es tan extraordinario y original que sin dudarlo se puede hablar de madurez y de vanguardia:

“Madurez de un cine mexicano que acaso está viviendo una nueva Época de Oro, sin darse cuenta nadie nada nunca, sin él mismo saberlo”.

Esa verdad conjugada con el juego del lenguaje ensayístico tan característico de quien es uno de los grandes críticos literario y profesor de cine en México es la línea argumental y estructural de su más reciente libro, La madurez del cine mexicano (Centro Universitario de Estudios Cinematográficos/ Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM), que forma parte de su serie editorial del “abecedario” del cine mexicano.

“Yo digo que hay una segunda Época de Oro del cine mexicano y nadie se da cuenta. Parece un chiste, pero así es. Hay cantidad de películas muy bien realizadas que por la mala distribución del cine en México se estrellan en la recuperación. Pero ese no es el tema de mi libro, a mí lo que me importa es qué dicen las películas y acercarme a ellas estructural y formalmente; desmontar esos mecanismos es una manera de conocer la realidad; los sueños de la realidad cultural mexicana a través del cine”, afirma Ayala Blanco.

En entrevista con EL UNIVERSAL, el colaborador del suplemento cultural Confabulario asegura que para él es muy importante el concepto, es decir, hablar de Aventura, Búsqueda, Condición, Disolvencia, Eficacia, Fugacidad, Grandeza, Herética, Ilusión, Justeza, Khatársis, Lucidez y ahora Madurez del cine mexicano, la décimo tercer entrega de este abecedario.

“Es muy importante el concepto porque me guía, es mi programa de acción, es el tema. Por supuesto no todas las películas que analizo son maduras, sería absurdo creerlo, hay todo tipo de aberraciones. Para mí, escribir es un juego, ir a ver una película es un juego, es una diversión, y si no, pues también está bien porque el cine mexicano es el que habla de lo que yo soy de alguna manera, de mi realidad, de mis mitos, de mis deseos, de todas las fantasías colectivas, todo esto está en el cine mexicano. Eso es realmente gozoso”, afirma el profesor decano de la UNAM.

El historiador y Premio Universidad Nacional 2006, en el área de Docencia en artes, asegura que el cine mexicano vive un gran momento, con propuestas tan diversas como arriesgadas e interesantes, por lo que no hay temas que lo caractericen, quizás los que él llama los racimos del cine documental y aun así son de lo más diversos. “Tengo 100 películas y las 100 son de lo más diferentes; difícilmente encontramos una veta a trabajar”.

Ayala Blanco reconoce que por eso su apuesta en sus anteriores libros y en este, lo mismo que en su otra serie de Cine Actual, es afrontarlos como 100 estudios de caso.

“Casi cada película es un caso distinto. Mi película favorita, la que está en la portada —siempre mi película favorita de todo el corpus la pongo en la portada—, en este caso es Carmín tropical, de Rigoberto Pérezcano, que es verdaderamente una maravilla y difícilmente encontramos en la historia del cine actual una película sobre transexuales que tenga como dominante la sensualidad”.

El crítico agrega que en Carmín tropical la sensualidad de un transexual es algo “total y absolutamente inédito hoy en el cine”, que hacen películas sobre casos sociológicos o individuales, “pero hacer una fantasía de la sensualidad transexual me parece, no digo subversivo, pero sí bastante perturbador, y además está hecha de una manera elegantísima. Es uno de los mejores thrillers que se han hecho en el cine mexicano, quizás el mejor armado. Es una película espléndida”.

El desmontaje de la película. Ayala Blanco reconoce que el mayor problema del cine mexicano es la pobre difusión de las películas. “Esa es quizás una de las funciones que yo le asigno a mi libro: llamar la atención sobre determinadas películas. Son 100 casos diría que casi extremos del cine mexicano analizados y recreados verbalmente. Es decir, desmontados”.

El estudioso del cine dice que el panorama cultural es un género que no se practica en México. “Insisto que me gustaría tener un abecedario no sólo del cine mexicano, sino del teatro mexicano, de la música mexicana, de la caricatura mexicana, de la danza mexicana, de la novela mexicana; eso es totalmente posible, es solamente ir haciéndolo sobre la marcha. Para mí, es ir registrando las películas, por eso digo que mis libros se hacen solos, yo sólo hago la investigación”.

Inventor de un lenguaje. “Casi me he inventado un lenguaje, pero sobre la marcha, por la necesidad misma, parte por el juego y parte por la precisión. Yo nunca he buscado la belleza del lenguaje, he buscado la precisión y decir a qué me remite una película también desde el punto de vista poético. El lenguaje tiene que ser tan rico como la película misma y entonces se vuelve casi inagotable, por eso escribo de manera fragmentaria, cada párrafo es anafórico, empieza siempre con la misma designación, con un concepto acuñado y después se desarrolla en diferentes planos, es como quitarle capas a algo, es como quitarle escamas a un pez”, dice Ayala Blanco.

“El máster” del CUEC, como lo llaman algunos de sus alumnos; “El Sensei”, como lo llaman otros estudiantes; “El Maestro”, como lo definen muchos otros de los miles que ha formado en los cuatro CUEC —el viejo CUEC que ya va de salida, la licenciatura en cinematografía, la maestría en cine documental y Extensión académica— ha publicado este año seis libros, dos nuevos en ediciones impresas y con su versión en eBook, pero también reeditó en formato electrónico otros seis libros. El año entrante publicará 12, entre impresos y electrónicos, y eso lo hace muy feliz.

La madurez del cine mexicano se presenta este domingo en la Feria Internacional del Libro Universitario a las 16 horas.

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