Cuando Andrés Manuel López Obrador aseguró, la semana pasada, ante empresarios que lo cuestionaron sobre su relación con Napoleón Gómez Urrutia: “No lo conozco, no lo he visto. Lo tengo como senador porque ha sido víctima, según nuestro punto de vista, de persecución”, no mentía. Los dos personajes nunca se han encontrado físicamente, aunque según testimonios sí han hablado telefónicamente; pero fueron otros dos personajes, una mujer de los medios de comunicación en México y el líder del Partido Laborista de Inglaterra, Jeremy Corbyn, los que le sugirieron al candidato presidencial de Morena la postulación del ex dirigente del sindicato minero radicado en Canadá.

Entre la periodista mexicana —su amiga cercana— y el principal líder de la oposición británica convencieron a López Obrador de que una candidatura a Gómez Urrutia, le ganaría apoyos políticos de la red mundial de sindicatos que respalda al ex dirigente minero. Organizaciones tan poderosas como la Industrial Global Unión, que agrupa a más de 50 millones de trabajadores de 150 países; la Organización Internacional del Trabajo; The Workers Uniting, organismo global integrado por los sindicatos más importantes de Inglaterra, Estados Unidos, Irlanda, Canadá y México, junto al Partido Laborista de Gran Bretaña, apoyaron a Napoleón en su defensa de las acusaciones de fraude de grupos mineros alentados y financiados por el empresario Germán Larrea, de Grupo México, por el desvío de 55 millones de un fondo minero.

La relación con el líder de la oposición británica nació durante la visita de López Obrador a Londres en septiembre de 2017. A partir de contactos previos de Alfonso Romo, fue invitado por Corbyn al Parlamento del Reino Unido. La ideología socialdemócrata del dirigente que devolvió al Partido Laborista a la izquierda nacionalista y que propone renacionalizar servicios privatizados por gobiernos de Gran Bretaña, universidad gratuita y revisión de contratos precarios, entre otros temas que le ganan popularidad entre los británicos, hizo que los dos políticos se entendieran, además de que Corbyn habla un perfecto español, pues está casado con la mexicana Laura Álvarez, 20 años menor que él y con quien se casó en 2013, luego de que el político ayudara a encontrar a una sobrina de Laura que había sido secuestrada por su padre inglés.

Fue tal la coincidencia ideológica, política y hasta generacional —68  el británico y 64 el tabasqueño— que Corbyn le devolvió la visita a López Obrador el fin de año de 2017 cuando estuvo invitado en su rancho La Chingada, en Palenque, y recorrieron juntos Tabasco. En esas reuniones se armó la candidatura de Napoleón Gómez Urrutia, que se anunciaría en febrero de 2018, con todos sus apoyos internacionales y al mismo tiempo se selló una alianza entre Morena y el influyente Partido Laborista.

Por eso y porque forma parte de un plan para reformar la minería en México, a partir de impuestos a las grandes compañías mexicanas y extranjeras que explotan minerales, López Obrador ha defendido, sin conocer personalmente, a Gómez Urrutia. Con todo y la campaña que, con desplegados, ha iniciado nuevamente el empresario al que se enfrentó el ex dirigente minero, Germán Larrea, de Grupo México, que se opone a la candidatura del Napito.

Así que, el Napito tiene muchos malquerientes, sobre todo los que se verían afectados con su regreso al país y a una posición de poder e el Congreso; pero también tiene poderosos e influyentes “padrinos” que lo cobijaron y lo impulsaron desde el sindicalismo internacional, los mismos que hoy están detrás de la frase de López Obrador. “No lo conozco, no lo he visto… pero va a ser senador”.

NOTAS INDISCRETAS…Cuando se habla de “focos rojos” y de “ultimátums” a la campaña del candidato del PRI, José Antonio Meade, la urgencia no es para todos. Al menos eso dicen jugadores y caddies que el viernes pasado, desde las 9 de la mañana, afirman haber visto al dirigente del PRI, Enrique Ochoa, jugando Golf de lo más tranquilo en el Club de Bosques Santa Fe. A Ochoa lo acompañaban en el campo su secretario de Operación Política, Héctor Gómez Barraza, y el coordinador priísta en el Senado, Emilio Gamboa. Tiraron varios hoyos mientras conversaban y reían relajados. Con razón dicen en Insurgentes Norte que ahora el PRI tiene un dirigente “formal” y al “real”, que es el secretario de Organización, Rubén Moreira…Los dados mandan Escalera doble. Bueno el tiro.

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