Cuando la tragedia humana del Colegio Rébsamen comenzó a volverse una tragedia política para la jefa delegacional de Tlalpan, Claudia Sheinbaum —que primero defendió públicamente la “legalidad” de esa escuela privada y, luego, ante las irregularidades en obras y permisos, echó las culpas a anteriores administraciones— la orden de que la “Coordinadora de Organización” de Morena en la Ciudad de México se callara y no hablara más del tema, que para entonces se le había vuelto crisis, fue fulminante y llegó directa de Andrés Manuel López Obrador.
El presidente de Morena ordenó a su coordinadora y futura candidata a jefa de Gobierno que no volviera a hablar públicamente del tema y entró él, personalmente, a tomar el control de la operación, a fin de parar el desgaste que ese tema comenzó a causar en la imagen de Sheinbaum y el daño a la principal candidatura de Morena en la Ciudad de México en 2018.
“A partir de ahora yo me hago cargo”, fue la instrucción tajante que recibió Claudia Sheinbaum y su equipo, después de que los abogados de los ex funcionarios a los que ella acusó penalmente, le reviraron con datos y fechas que confirmaban que las obras del cuestionado cuarto piso del edificio colapsado, donde construyeron un pent-house para su directora Mónica García Villegas, comenzaron en 2015, ya con la actual jefa delegacional en el cargo, sin que ni ella ni sus funcionarios hicieran visitas de inspección a la escuela ni suspendieran la construcción ilegal que, según peritos, afectó las endebles estructuras del edificio donde murieron 19 niños y 7 adultos.
Sheinbaum, virtual candidata de Morena en la CDMX, quedó demasiado expuesta con el sismo que afectó Tlalpan, en especial la zona de Coapa, donde hubo graves daños. Una figura tan visible políticamente se volvió blanco fácil de estrategias oficiales que buscaron “culpables” de la tragedia para el linchamiento público y mediático. Y justo donde murieron más niños en este sismo y además hubo evidentes señales de corrupción que permitieron la operación irregular de un colegio sin uso de suelo autorizado, sin planes de protección civil y objeto constante de denuncias de sus vecinos, fue el escenario perfecto para ir contra las autoridades delegacionales, al mismo tiempo que la SEP y su titular, Aurelio Nuño, hacían del devastado colegio un “set” de campaña, con todo y fallida estrategia de la niña fantasma, Frida Sofía, y su inventado rescate televisivo.
Para colmo, la delegada en Tlalpan se equivocó rotundamente cuando, a los primeros indicios de corrupción, respondió con total seguridad que “el Colegio Rébsamen operaba en total legalidad”, declaración que aumentó el fuego en su contra, y de la que ella misma renegó después cuando, documentos en mano, acusó que “sí hubo visos de corrupción y graves irregularidades” y culpó a sus antecesores en el cargo, los entonces perredistas Higinio Chávez y Marisela Contreras, junto a sus directores jurídicos, de la corrupción en el Rébsamen. Sólo que Sheinbaum olvidó que, al menos Marisela, ya no era perredista y ahora estaba en Morena; y en el revire los ex funcionarios, asesorados por costosos abogados, amenazaron con contrademandarla por varias irregularidades documentadas durante su gestión.
Fue cuando López Obrador, que hasta entonces había dejado que la delegada manejara el tema, dio el manotazo y ordenó silencio. “Aquí ya nadie declara y las decisiones las tomamos nosotros”, le dijo a Claudia Sheinbaum que, en la crisis, no tuvo más que aceptar la orden de su jefe político. Así que Andrés Manuel opera personalmente ese y otros temas delicado para la delegada y para el futuro de su partido en los comicios de 2018 en la ciudad que es su principal bastión de votos a nivel nacional y, por lo tanto, clave en su proyecto para llegar a Los Pinos, en lo que él mismo define como “la tercera y la vencida”.
NOTAS INDISCRETAS… Quienes han visto recientemente a Agustín Carstens cuentan que el gobernador del Banxico, a quien le queda mes y medio en el cargo, no deja de externar su preocupación por lo que puede venir para la economía mexicana ante decisiones de política económica tomadas por el presidente Peña Nieto y por su secretario de Hacienda, José Antonio Meade, que tendrán efectos nocivos para el crecimiento de la inflación y el déficit este y el próximo año. “Están haciendo muchas tonterías, la inflación está descontrolada, más de lo que quieren admitir”, ha dicho en corto don Agustín a sus cercanos. Al final les dice que él ya se va, pero los mexicanos nos quedaremos con las consecuencias de decisiones económicas que él de plano no comparte. Tal vez por eso en la reciente entrevista que le hizo el periodista René Delgado, el doctor Carstens decía que Meade era “gran amigo, gran funcionario”, pero no necesariamente “gran economista”. Siguen las diferencias de fondo entre los amigos… Se baten los dados. Escalera doble. Subimos.
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