La noche de este viernes en un tramo de carretera entre Querétaro y San Luis Potosí, Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Monreal intentaron enmendar una relación congelada durante cinco meses y virtualmente rota en agosto, tras la designación de Claudia Sheinbaum como la abanderada de Morena para el gobierno de la Ciudad de México.
Salvo que acordaron una nueva reunión en una semana, nada en esa conversación permite asumir que Monreal permanecerá en el equipo del tabasqueño.
Durante las 10 semanas posteriores a que Morena diera a conocer la encuesta que le dio el triunfo a la señora Sheinbaum, la carta de Monreal ha sido jugada tanto hacia el interior de Morena como en el Frente opositor de PRD, PAN y Movimiento Ciudadano, e incluso en el PRI y la administración Peña Nieto.
Todos saben que el actual jefe delegacional en Cuauhtémoc y ex gobernador de Zacatecas puede ser un factor que incline la balanza en la batalla por la Ciudad de México, con efectos en la disputa por la Presidencia de la República.
Con un Ricardo Monreal al frente de una campaña opositora a Morena, apoyado por un Frente que englobe a PRD, PAN, Movimiento Ciudadano y al PRI implícita o explícitamente, la capital se volvería no un granero de sufragios, sino una pesadilla para López Obrador, quien debería centrar aquí mayores esfuerzos, debilitando a Morena en el resto de las entidades. Sus proyecciones de votación podrían esfumarse.
Los escenarios sin embargo, están cambiando muy rápidamente, en perjuicio de Monreal. “El tiempo se agota”, dijo en una oportuna entrevista a EL UNIVERSAL la víspera de rendir su informe de labores y de concretar su encuentro con López Obrador.
Ricardo Anaya y Dante Delgado, respectivamente dirigentes de PAN y MC, ofrecieron a Monreal la candidatura del Frente… si era avalada por el PRD. Lo mismo hizo Eruviel Ávila, líder del PRI capitalino. Según testimonios de primer nivel, Ávila habría propuesto apoyar la causa del zacatecano, aun si era postulado por el Frente.
Ello fue secundado por las principales facciones del PRD, incluida la del controvertido Héctor Serrano, ex secretario de Gobierno, quien usó su poder y recursos públicos para construir la facción partidista capitalina Vanguardia Progresista, bajo su mando. Es conocida la confrontación que el señor Serrano ha sostenido con la lideresa del PRD, Alejandra Barrales, la más clara precandidata de su partido al gobierno capitalino.
Sin embargo, la eventual postulación de Monreal por el Frente entró desde mediados de octubre en un impasse, atribuido a reticencias de Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno de la Ciudad. Ello “coincidió” con un renovado activismo de Alejandra Barrales y otros precandidatos perredistas cercanos al mandatario capitalino.
El asunto tomó a Mancera en medio de otra negociación difícil, con el panista Ricardo Anaya, empecinado en autoimponerse como abanderado presidencial de un Frente que en ese estira y afloje puede acabar derrumbándose.
Casi de manera simultánea, durante una gira por Zacatecas el 16 de octubre, López Obrador envió a Monreal un mensaje pidiéndole conversar. El conducto en esa y otras ocasiones, fue su hermano, David Monreal. Luego el tabasqueño utilizó otro canal, de su círculo personal.
La convocatoria del tabasqueño estuvo precedida al interior de Morena por un activismo contra Monreal, que antes de la encuesta para la Ciudad de México, alcanzó a integrar una especie de decálogo con sus “pecados”, lo que incluía, paradójicamente, cercanía con Mancera, con el gobierno de Peña Nieto y otros integrantes de la “mafia”. Esos “pecados” acababan apuntalando la convicción de que una vez al frente del gobierno capitalino, Monreal traicionaría a López Obrador.
Fuentes cercanas a ambas partes coincidieron en que durante su charla, López Obrador detalló a Monreal el calendario de entrevistas que éste sostuvo con dirigentes del Frente e incluso del PRI. Le reiteró su sugerencia de no fiarse de la “mafia del poder”.
Quizá el oficio político de López Obrador lo hizo lanzar a Monreal la propuesta de reconciliación, concretada en principio en esa dilatada charla de carretera, la noche del viernes, a bordo de una camioneta. Ello estará a prueba en este camino que por lo visto, será mucho más largo.
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