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No bastaron las buenas intenciones navideñas y de fin de año para atemperar la descomposición política que asoma ya la oreja en la capital del país, en el contexto de las elecciones de este año.
El combustible que alimenta este fuego no es otro que la corrupción, el apetito por los negocios que se hacen a la sombra del poder público. Es un fenómeno que se ha compenetrado en todos los ámbitos de la vida capitalina y que trasciende siglas partidistas. Todos los días empolla el huevo de una serpiente que puede meter a la Ciudad de México en una espiral de putrefacción política, con efectos impredecibles.
Tras 20 años de ser un partido casi único, con el control de la absoluta mayoría de posiciones en la Jefatura de Gobierno, la Asamblea Legislativa y las delegaciones, el Partido de la Revolución Democrática ha acumulado una montaña de intereses engarzados por la corrupción.
Siguiendo el viejo modelo del PRI, resolvió sus conflictos internos creando cacicazgos regionales confiados a personajes que primero desempeñaban los cargos y luego iban colocando en ellos a sus incondicionales (uno de ellos puso a un ex chofer, y sobran los que han colocado a sus esposas), seguros de que gracias al predominio de su partido, serían electos indefinidamente. Este modelo se agotó ya, por lo que esos caciques ahora están dispuestos a todo para preservar, incluso mediante la violencia, sus cotos de negocios.
Un rostro emblemático de este PRD en proceso de descomposición es el señor Mauricio Toledo, “hombre fuerte” de la política en Coyoacán, demarcación con casi 700 mil habitantes, que gobernó entre 2012 y 2015 y donde construyó una mafia que controla la política, los puestos de elección y todo giro del que se pueda extraer dinero.
Su entronización caciquil, que se replica como copia calca en media docena de delegaciones, ha contado necesariamente con la tolerancia de la administración de Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno, pero en particular con el diligente acompañamiento del principal operador político del gobierno capitalino, Héctor Serrano, que en unas semanas se nos presentará como un impoluto aspirante a una senaduría, sin duda para seguir dando “lustre” a nuestra Cámara Alta.
La llegada al poder del señor Toledo —actual asambleísta por un distrito de la misma zona— llegó acompañada de un grupo de choque autodenominado Los Buitres, que echa mano de la violencia para combatir a sus adversarios e imponer su modelo de hacer las cosas. Los Buitres, cuyos integrantes cobran abierta o subrepticiamente en las arcas delegacionales o en la Asamblea capitalina, son los autores de al menos tres ataques contra actos de la precandidata de Morena para la Jefatura de Gobierno, Claudia Sheinbaum. El viernes pasado, a resultas de una de esas agresiones, la señora Martha Patricia Reyes sufrió un síncope que acabó provocándole la muerte por un derrame cerebral. Ella participaba en la concentración morenista como parte de su activismo para defender a damnificados de los sismos de septiembre, en uno de los cuales murieron dos nietos suyos.
Otro caso lo ejemplifica Morena mismo, que tras la cita con las urnas de julio próximo podría emerger como nueva fuerza dominante en la ciudad, pero que parece estar incurriendo en la tentación de pactar cuotas de poder para representantes de lo que dice combatir, como lo muestra el caso de la delegación Miguel Hidalgo y su ex titular, el entonces perredista Víctor Hugo Romo y ahora “coordinador regional” de Morena en la zona.
El señor Romo, actual legislador local por el PRD, es extensamente señalado por casos de corrupción, sin embargo fue aceptado sin mucha elegancia en Morena y está en vías de ser postulado para presidir la misma delegación, valiéndose de dos aliados singulares, de acuerdo con reportes allegados a este espacio.
Uno de ellos es un desarrollador inmobiliario que desde hace años hace alarde de tener cercanía con un hijo de Andrés Manuel López Obrador. El otro promotor de Romo aunque usted no lo crea, es el círculo del citado Héctor Serrano, con quien ha construido una alianza importante, de ahí que la ex esposa de don Héctor, la señora Patricia Azamar, cosmetóloga de profesión, haya sido directora de Educación en Miguel Hidalgo, y su hermano, Alejandro Serrano Cortés, se desempeñara como director de Administración en la misma demarcación durante la gestión de Romo.
Un enigma que debe inquietar a más de uno en Morena es por qué se ha decidido impulsar a Romo pese a las documentadas denuncias de Xóchitl Gálvez, su sucesora al frente de la delegación, postulada por el PAN pero abierta simpatizante y aliada de la señora Sheinbaum, quien no ha intervenido públicamente en este diferendo, pero que debe estar encarando un importante predicamento.
rockroberto@gmail.com