Quizá no sea deseable echar mano de los escenarios que hoy le comparto cuando esta noche desee buenos augurios para sí y para los demás. Pero mire usted, la verdad es que no hace falta tener una mirada pesimista ni apostar contra el país para darse cuenta de que el nuevo año llega cargado de tiempo nublado.
Esta no es solo una lista de temas inquietantes. Es un sistema de fenómenos hasta ahora en precario equilibrio, cuyo potencial de desastre no habíamos vivido nunca. En toda la historia del país por ejemplo, jamás tantos puestos de elección estuvieron en juego en un solo día (más de 3 mil), mucho menos con la crispación que dominará el proceso que culminará en julio próximo.
Hoy le sugiero una mirada al campo de la política y sus ligas con la violencia y la justicia, que caminan de manera tan estrecha. Otro ámbito de reflexión indispensable sería la economía, pues arrancamos un año con inflación muy por encima de lo previsto, un dólar siempre nervioso y una negociación del TLC que parece tener arrinconado al gobierno, el cual podría caer en la tentación de ceder en todo lo que se nos diga, con cargo al futuro.
El concepto de tormenta perfecta se ha convertido en lugar común para describir el riesgo de catástrofe que suma factores de suyo adversos. ¿Pero cómo llamar a la colección de riesgos que en sí mismos acumulan crisis que hemos sembrado por años con irresponsabilidad social e incompetencia de políticos y gobernantes?
Mientras encontramos esa nueva palabra, aquí hay cinco tormentas perfectas para el 2018 que ya está entre nosotros.
1. Elecciones bajo fuego. Además de la Presidencia de la República, el Senado y la Cámara de Diputados, habrá comicios en todas las entidades del país, en 10 de las cuales se renovarán las respectivas gubernaturas. La cita con las urnas alcanza a la Ciudad de México, Veracruz, Puebla y el Estado de México (que tendrá cambio de alcaldes), las cuatro plazas con los padrones más grandes, suficientes para cambiar el equilibrio de poder en la nación, decidir quién conquistará Los Pinos y cogobernará desde el Congreso.
No hace falta explicar lo que implica la batalla entre Andrés Manuel López Obrador, José Antonio Meade y Ricardo Anaya, a los que se sumarán al menos dos fórmulas independientes. Será sin duda la contienda más cara de la historia, con riesgo de ser la más encarnizada y también, la más violenta. Es pertinente no olvidar que será la primera ocasión en que los que entren al Congreso federal podrán reelegirse. Así, el senador por el que usted vote quizá esté ahí hasta 2030. Piénselo bien desde ahora, por favor.
Sin duda, el personaje del año será el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, sea que logre sacar un proceso razonablemente limpio y creíble, sea porque acabe en el basurero de la historia si todo se descompone.
2. El nuevo sistema penal. Va en ruta de escándalo no sólo el rezago que muestra el modelo, sino el paradero de los cientos, quizá miles de millones de pesos gastados en una implementación que está lejos de concluir. Criminales y sus abogados están aprovechando “hoyos” del sistema, cuando aun faltan reglamentos y otras disposiciones clave, ya no digamos policías, jueces y fiscales debidamente preparados.
3. Violencia. Comenzó ya el fin de gobierno más violento desde que existen registros oficiales. No solo el crimen ligado a las mafias del narcotráfico; la descomposición es generalizada. La regresión en los indicadores abarca a casi todos los delitos de alto impacto, lo mismo que a estados de todos los colores, sea Chihuahua, donde gobierna el panista Javier Corral; el Estado de México, con nulos resultados hasta ahora del priísta Alfredo del Mazo, o la capital del país, con el perredista Miguel Ángel Mancera.
4. Fiscales en el limbo. Es tal vez la faceta más desesperante de la torpe implementación del nuevo sistema. La administración Peña Nieto se consumirá en un proceso frustrado de renovación de la Procuraduría General de la República y sin nuevo fiscal general. En los estados el proceso es similar o fueron designado fiscales a modo, para proteger a los gobernantes de turno.
Cada uno en su dinámica, si los factores que ponen en riesgo las elecciones se suman con la violencia, el deficiente nuevo sistema penal y la indefinición sobre el fiscal general, podríamos lamentar por años el resultado de una catástrofe social. Y ya ni hablemos de los esquemas anticorrupción o el nuevo auditor federal, igualmente atorados por la irresponsabilidad de partidos, legisladores y gobernantes.
5. La guerra por la CDMX. La capital del país será tan decisiva para lo que ocurrirá en la elección 2018, y tan rústico el nivel de la política que se practica, que debemos temer cualquier escenario. La defensa de las mafias delegacionales prohijadas durante 20 años por el PRD ya se expresó violentamente en Coyoacán, uno de sus feudos. Parece haber sido solo un ensayo. El de 2018 será un año que viviremos en peligro.
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