Más Información
Anuncian instalación de 25 albergues en la frontera con EU por amenaza de deportación masiva; Rosa Icela dialoga con gobernadores
Tras denuncias en Infonavit, revelan fraude en Yucatán; resurge caso del Cártel Inmobiliario de los Mañé
Ayer por la mañana, antes de que se celebrara la reunión entre Andrés Manuel López Obrador y la cúpula empresarial mexicana, una reportera preguntó a Valentín Díez Morodo, el más priísta de los patrones mexicanos, si habría reconciliación total entre el futuro presidente y el sector privado. Él respondió: “no sé qué es eso”.
Minutos más tarde, el gran triunfador de la contienda del domingo pasado llegó a la reunión en un Volkswagen Jetta, modelo 2010, cuyo valor no rebasa los 98 mil pesos. Lo hizo en punto de las ocho treinta de la mañana, al hotel Camino Real de la Ciudad de México, y tardó un tiempo largo en acceder al salón porque varias decenas de personas querían saludarlo, entregarle una carta, felicitarlo, tocarlo, mirarlo con proximidad.
La reunión de trabajo duró dos horas y fue a puerta cerrada. La información compartida con el público se entregó durante una conferencia de prensa celebrada al término del evento, conducida por Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y el candidato presidencial electo.
Ahí López Obrador precisó que la reunión se había caracterizado por una actitud mutua de confianza. Alfonso Romo, futuro jefe de la oficina del presidente, fue más lejos: “ya nos queremos todos, estamos en una luna de miel que durará seis años”. Y luego preguntó: “¿no han visto el tipo de cambio?”
Las distancias que había comienzan a acortarse. Sería falso decir que son amigos, más difícil suponer que son socios: no es fraternidad sino respeto lo que pudo observarse en este encuentro. Cerrado el proceso electoral, la etapa para los pleitos terminó y a todas las partes les conviene trabajar coordinadamente.
La agenda de temas la puso el político tabasqueño: formuló como primera acción conjunta un programa para el primer empleo de los jóvenes, financiado con recursos del gobierno; becas para 2 millones 600 mil jóvenes que ingresarían a laborar sin costo para las empresas, con el fin de adquirir experiencia y capacitación.
Los empresarios no respondieron con una contraoferta para que el programa se potencie, pero recibieron bien la iniciativa.
El otro tema expuesto por el candidato electo fue la extensión, a todo el país, del programa de apoyo para adultos mayores, de tal manera que los ingresos recibidos por este sector sean similares, independientemente de la entidad federativa.
En conjunto, ambos proyectos costarían 150 mil millones de pesos, cifra que representa un tercio más del monto asignado actualmente al programa Prospera. Ante la pregunta obligada de los líderes empresariales, sobre el origen de los recursos para financiar la costosa iniciativa, López Obrador respondió que conseguirá fondos suficientes a partir de la austeridad que impondrá sobre su administración: “lo haremos, aunque nos quedemos sin camisa,” advirtió seguro de sus matemáticas.
Valentín Díez Morodo no fue entrevistado al finalizar el evento, pero sus pares empresarios contrastaron por su entusiasmo: de toda evidencia hubo reconciliación.
Alejandro Ramírez, cabeza del Consejo Mexicano de Negocios, se dijo “optimista por lo que pueden hacer el sector privado y el nuevo gobierno”. Marcos Martínez, presidente de la Asociación de Bancos de México, festejó el discurso de López Obrador porque ofrece las condiciones de certidumbre que el sector financiero necesita para ser motor de desarrollo. Moisés Kalach, responsable del CCE para la renegociación del TLC, se dijo contento porque habrá continuidad institucional del gobierno entrante a los trabajos realizados por la actual administración.
Al parecer, la peor pesadilla del sector empresarial ha sido conjurada. El CCE nació en los años setenta del siglo pasado como un organismo cúpula diseñado por los empresarios más ricos del país para enfrentar un pleito amargo y severo con el entonces presidente Luis Echeverría Álvarez.
Desde entonces baila en ese organismo el fantasma de aquel político que tanta desconfianza provocó y López Obrador encarnó a ese fantasma de su cabeza, durante las últimas tres elecciones.
ZOOM: ¿Será que por fin el divorcio ha sido enterrado? Por lo pronto, la transición política comienza más tersa de lo que se anunció durante la campaña. Si AMLO y los empresarios alimentan con consistencia la confianza y la certidumbre, esto significaría una invitación amplia para que el resto de quienes habitamos el país aportemos lo propio.
www.ricardoraphael.com@ricardomraphael