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Seguirá ocurriendo porque no es un problema con las personas sino una falla del contexto. Las personas que nos dedicamos al periodismo continuaremos siendo censuradas injustamente porque el gobierno puede. Este gobierno, los anteriores, o cualquier otro por venir.
Mientras el dinero de los contribuyentes sea utilizado para limitar la independencia editorial de los medios, es el oficio del periodismo el que está en riesgo y, junto con él, las empresas que se dedican a informar.
Es injusto forzar a la elección entre dos valores que no son, en principio, contradictorios: rentabilidad e independencia editorial. En un entorno democrático saludable tendrían que ir de la mano.
El público quiere un producto concreto: información y análisis objetivos, libres de presiones inconfesables y basados en investigación tanto rigurosa como equilibrada.
Como en cualquier otra transacción de mercado, si el consumidor obtiene satisfacción, la audiencia crece. Entonces el medio comercializa y logra rentabilidad por la inversión.
Este fue el caso de Enfoque Noticias durante 18 años. Leonardo Curzio Gutiérrez contó con libertad editorial y sus ratings, como cualquiera puede corroborar, fueron muy buenos. Su espacio fue rentable y uno de sus pilares editoriales era la tertulia política que gozaba de amplia reputación.
El problema vino cuando un actor externo presionó al medio para que optara entre valores: o limitaba la libertad editorial de los colaboradores, o bien aceptaba disminuir el ingreso por publicidad.
Para cualquier empresario de medios es una decisión insoportable. En esta ocasión le tocó a Edilberto Huesca Perrotín, pero no es ni el primero ni el último en sufrirla.
Recupero la respuesta que dio a Adriana Pérez Cañedo el pasado miércoles: “Aquí somos trescientas familias … Viendo cómo se comportan las inversiones publicitarias vimos la necesidad de reducir personal” (https://goo.gl/tgrRfh).
Cuando el medio tiene que elegir entre correr a una (dos o tres) personas para no poner en riesgo el empleo de otras trescientas, el margen de maniobra es estrechísimo.
Si se echa a los editorialistas hay reducción de libertad, pero si no se hace, la empresa terminará arrojando a decenas a la calle.
Cuando Huesca se refirió a la rentabilidad de la tertulia no tenía como argumento el sueldo pagado a sus empleados (3 mil 500 pesos por colaboración), sino la fuerte cantidad de ingreso que la empresa podía dejar de percibir.
En efecto, la publicidad oficial, cuando es utilizada de manera arbitraria, no sólo atenta contra la libertad de expresión sino también contra la estabilidad en el empleo de muchos trabajadores.
El problema de fondo es que existe un saco inmenso con monedas de oro para premiar a quienes renuncien a la independencia editorial: más de 30 mil millones de pesos sexenales que el gobierno federal puede utilizar sin recato ni pudor.
Al tiempo que esto sucede los recursos publicitarios privados están migrando lejos de la radio y la televisión tradicionales. Los portales de internet, los buscadores y las plataformas de redes sociales se han apropiado de más de 60 por ciento de ese pastel publicitario.
Ambas cosas juntas —la discrecionalidad del gasto gubernamental y la transformación del esquema publicitario privado— configuran un escenario indeseable, tanto para la rentabilidad de las empresas como para su independencia editorial —que es condición previa de la libertad de expresión y el derecho a la información.
Después de la renuncia de Leonardo Curzio Gutiérrez como conductor de Enfoque Noticias y del cese fulminante tanto de mi compañera María Amparo Casar como de quien escribe estas líneas, los tres hemos sido interpelados con una misma pregunta.
La respuesta es sencilla: no se fije usted en las personas sino en el contexto. Hoy somos nosotros, ayer fue Carmen Aristegui y mañana serán otros periodistas. El problema es que los camellos sólo pueden dar camellitos.
Lo dijo de manera impecable Leonardo Curzio en entrevista con el NYT: cuando la publicidad oficial llega a los medios de comunicación ocurre igual que con la diabetes: no es posible continuar haciendo una vida normal.
ZOOM:
¿Qué hacemos? 1) Forcemos al presidente Enrique Peña Nieto para que cumpla con la promesa que hizo en julio de 2012 de regular la publicidad oficial. 2) Obliguemos a Enrique Ochoa, Ricardo Anaya y demás líderes de partido para que renuncien a este mecanismo arbitrario de control sobre el derecho a la información. 3) Hagamos que todos ellos limiten el exagerado gasto que año con año hace el Estado en este rubro.
www.ricardoraphael.com
@ricardomraphael