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El mismo día en que el presidente Enrique Peña Nieto despidió con bombo y fanfarria a Miguel Ángel Osorio Chong, el gobierno de Estados Unidos, a través del Departamento de Estado, publicó un documento devastador en contra de su gestión como responsable principal de combatir la inseguridad en el país.
El miércoles pasado esa autoridad extranjera desaconsejó viajar a 16 entidades mexicanas por el grado de inseguridad, crimen y violencia que experimentan. Cinco son consideradas altamente peligrosas y por tanto recomiendan de plano mantener la mayor distancia posible: Colima, Guerrero, Michoacán, Sinaloa y Tamaulipas.
La alerta prohíbe explícitamente a los funcionarios estadounidenses pisar esos estados y también alerta a sus ciudadanos sobre el riesgo grande que corren sus vidas si deciden desatender el consejo.
Las otras 11 entidades también son señaladas como peligrosas, aunque en este caso el Departamento de Estado señala puntualmente regiones dentro de sus linderos. Por ejemplo, en el Estado de México advierte contra cualquier visita a Coacalco, Ecatepec, Nezahualcóyotl, La Paz, Chalco, Ixtapaluca y Tlatlaya.
En esa segunda lista también se halla Jalisco, (por el peligro que subsiste en sus fronteras con Zacatecas y Michoacán), Chihuahua (por Juárez, Nuevo Casas Grandes, Ojinaga y la capital), Nayarit (por Nuevo Vallarta, Bahía de Banderas y Santa María el Oro) y Sonora (por Nogales, Sonoyta y la frontera con Chihuahua). La alerta añade igualmente como no recomendables para visitar Durango, Morelos, Nuevo León, San Luis Potosí y Zacatecas.
Agrega el documento varios consejos generales para los viajeros estadounidenses que, a pesar de todo, decidan visitar nuestro país: no conducir de noche, ser muy precavidos en bares, casinos y centros nocturnos, no ostentar joyería ni relojes caros y ser en extremo cautelosos cuando acudan a los cajeros automáticos.
A diferencia de la alerta que esa misma oficina emitió en agosto del año pasado, esta vez quedaron fuera de la zona de peligro algunos de nuestros polos turísticos. Son considerados como lugares seguros Cancún, Cozumel, Playa del Carmen, Tulum, la Riviera Maya, Cabo San Lucas, San José del Cabo y La Paz.
Ha de ser un buen signo que el Estado mexicano sea capaz, al menos, de proteger esas zonas donde habitan más extranjeros que nacionales.
Contrasta sin embargo que buena parte del territorio esté sometida a una alerta que no solo afecta al turismo, sino a las demás actividades cotidianas. Si nos atenemos a este diagnóstico, la mitad del país estaría tomada por el poder criminal. Ese es el balance que Washington hizo público el mismo día que Miguel Ángel Osorio Chong, el hombre responsable de combatir la violencia durante los últimos cinco años, renunció a su cargo para aspirar a un escaño en el Senado.
Dos días después, el subsecretario de asuntos multilaterales, Miguel Ruiz Cabañas, hubo de reconocer, en efecto, que las cosas empeoran. Más alarmante que la alerta de Washington fue, sin embargo, el discurso que ofreció este funcionario ante un numeroso auditorio. Sus argumentos explican bien la indolencia gubernamental que nos tiene en este estado tan calamitoso:
“Enfrentamos un reto nacional con … organizaciones criminales que han desatado la violencia, pero eso no es un conflicto con el Estado. Son organizaciones que básicamente tienen violencia entre ellas, no se refiere a un conflicto entre dos actores dentro de un mismo territorio, es decir, no es el Estado contra un grupo que pretende competir con el Estado por la legitimidad de la autoridad.”
ZOOM:
¡Vaya angustia si el resto del gobierno comparte este mismo diagnóstico! ¿No es un conflicto con el Estado? ¿No es el Estado contra un grupo delincuente? ¿Esas organizaciones no pretenden competir con la autoridad legítima? Ruiz Cabañas perdió de vista que el principio de no intervención aplica en el extranjero, pero no dentro del territorio nacional.
@ricardomraphael