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La referencia no sólo fue desproporcionada, sino desproporcionadamente imbécil. En la versión 2018 del “peligro para México”, la senadora Luisa María Calderón comparó al Frente Ciudadano y a Andrés Manuel López Obrador con Adolfo Hitler.
El jueves de la semana pasada, en conferencia de prensa, la legisladora dijo textualmente: “cuando se dice que el Frente se está consolidando … y está tomando medidas populistas como las de AMLO … me preocupa muchísimo. Eso pasó con Adolfo Hitler, en la Segunda Guerra Mundial: tenía la simpatía de los ciudadanos.”
O bien la ignorancia de esta mujer es total, o supone que la tontería del resto es peor que la suya. En cualquier caso, la comparación no sólo es descabellada sino profundamente ofensiva.
Adolfo Hitler encabezó un movimiento político basado en el racismo, la aniquilación, el belicismo, el autoritarismo de Estado y la pretendida supremacía germana.
Ese mismo hombre envió a 20 millones de personas —judíos, homosexuales y gitanos— a los campos de concentración, provocó una guerra donde murieron entre 50 y 60 millones de seres humanos y encabezó una guerra mundial.
¿Qué parte de esta devastadora historia es comparable con el Frente, con AMLO o con Morena?
La frivolidad de la senadora es mayúscula. Es moralmente inadmisible pretender que una pugna política dentro de su partido —donde un grupo buscaría apartar a otro— puede ser comparable al holocausto o al nazismo.
Las palabras merecen gravedad, sobre todo cuando son pronunciadas por un líder político, pero mayor prudencia debería exigírsele por ser tan cercana a la pre-candidata presidencial, Margarita Zavala.
Entre las barbaridades proferidas, igual resalta la parte donde la senadora advierte populismo, ahí donde existe “simpatía de los ciudadanos”. Aquí, y hasta en China, ese síntoma es prueba saludable de democracia, antes que evidencia fascista.
Pero, según la curiosa doctrina de Cocoa Calderón, lo simpático para el pueblo es sinónimo de populismo hitleriano. Luego, los políticos deberían hacer cosas que sean antipáticas para sus electores, mientras el pueblo sufre con resignación las arbitrariedades de los gobernantes.
Escuchar tanto disparate obliga a preguntarse cómo fue que esta persona llegó a la Cámara Alta y, también, cómo fue que el PAN la promovió para gobernar Michoacán.
Si su mente es capaz de producir argumentos así de desproporcionados, no querría uno imaginarse las decisiones atroces que pudieran salir de esa misma cabecita a la hora de gobernar.
Sería deseable que este desliz fuese sólo suyo porque no piensan igual a ella los demás senadores que participaron en la conferencia de prensa antes referida: Ernesto Cordero, Roberto Gil, Salvador Vega, Javier Lozano y Jorge Luis Lavalle.
Por el bien de su reputación, todos ellos habrían de deslindarse y pedir una disculpa por la exageración. No lo harán, sin embargo, por tres razones: primera, porque se trata de la hermana de su ex jefe, el ex presidente Calderón. Segunda, porque Cocoa es cuñada de su candidata para el 2018, Margarita Zavala. Y tercera, porque siguen creyendo que AMLO es un peligro para México y, ahora, han sumado a Ricardo Anaya a sus fobias.
Estos legisladores deberían recordar el daño que le hicieron al país quienes en el 2006 apostaron por la polarización. Faltó entonces responsabilidad política de las partes y, por eso, México padeció de un gobierno, el de Felipe Calderón Hinojosa, crispado y sin capacidad de consenso.
La desproporción y los argumentos facilones son características propias del populismo. La misma voz que reclama está siendo promotora de esta forma detestable de hacer política.