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Con el nuevo gobierno, la Secretaría de Gobernación dejará de ser responsable de combatir el delito a nivel federal. La tarea regresará a la secretaría de Seguridad Pública.
Así fue antes de Enrique Peña Nieto: Vicente Fox y Felipe Calderón organizaron su gobierno a partir de la misma división.
Sin embargo, a diferencia del pasado, con Andrés Manuel López Obrador la Secretaría de Gobernación (Segob) abdicará también de su responsabilidad sobre la seguridad nacional, que es una materia mucho más amplia y delicada que la seguridad pública.
Quien confunda los dos conceptos comete un grave error: no porque ambas lleven el sustantivo “seguridad” puede suponerse que sean lo mismo: mientras la seguridad pública tiene que ver con el combate al delito, la seguridad nacional se interesa por todo aquello que pone en riesgo o amenaza el orden constitucional.
Desde esta precisión, la seguridad pública puede considerarse como un subconjunto de la seguridad nacional, pero no a la inversa: la seguridad nacional no cabe dentro de la seguridad pública.
No todos los delitos ponen en riesgo el orden constitucional; solo sucede así cuando el fenómeno delictivo afecta la integridad, permanencia o estabilidad del Estado. Hay muchos otros temas que, sin ser materia de seguridad pública, son de seguridad nacional; por ejemplo, el terrorismo, el espionaje internacional, una amenaza al suministro de agua potable o el peligro de estallamiento de una planta nuclear.
Andrés Manuel López Obrador cometería un equívoco grande al subordinar la seguridad nacional a la seguridad pública, si confirma la transferencia del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) a la secretaría de Seguridad Pública (SSP), en vez de mantenerlo dentro de la Segob.
¿Cómo hará la futura titular de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, para conducir la política interior del Estado mexicano sin contar con una agencia dedicada a producir inteligencia y conocimiento destinados a la toma de las decisiones más sensibles?
Gobernación sin el Cisen será como el cíclope de La Odisea, después de que Ulises lo dejó ciego.
El futuro secretario de la SSP, Alfonso Durazo, anunció desde julio pasado esta intención. Para ello propuso la reforma de varias leyes, entre ellas la de la Administración Pública Federal y la de Seguridad Nacional.
No habrá fuera de Morena quien pueda corregir el traspié. En esta y otras materias, el presidente electo cuenta con un cheque en blanco. Sin embargo, es dentro de ese partido y, sobre todo, al interior del gabinete presidencial, que debería revisarse la decisión.
Durazo tiene enfrente un desafío inmenso, que es combatir todas aquellas formas delictivas orquestadas desde la delincuencia organizada, con el objeto de regresar paz y seguridad a las comunidades.
En estos tiempos de violencia insoportable, la tarea no puede ser mayor. Tiene que ver con reconstruir honesta y eficazmente a los cuerpos policiacos de todos los ámbitos de gobierno, tiene que ver con coordinar una política nacional de combate a la criminalidad, con fijar prioridades para los distintos operadores, con armonizar procesos en la persecución del delito, con asegurar una relación virtuosa entre la Procuraduría, el poder Judicial y las dependencias del Ejecutivo.
Resulta absurdo que, además, le carguen a este secretario los asuntos que van más allá de la comisión del delito. Su responsabilidad debería ser la seguridad pública y punto. La política de seguridad nacional, en cualquier parte del mundo, se conduce desde el ministerio del interior que en México es Gobernación.
ZOOM
: Errores de diseño dentro del gabinete, como enviar el Cisen a la SSP , anuncian desde ahora pleitos ociosos pero feroces entre las dependencias responsables de pacificar el país.