En un país donde día a día crece la violencia y los derechos humanos son vulnerados por policías y autoridades. Donde la impartición de justicia no se rige por los principios morales y éticos de la justicia, sino por el respeto a los procedimientos penales, además de un crecimiento continuo de los abusos de la delincuencia organizada, la Comisión Nacional de Derechos Humanos debiese ser el más importante protagonista de la vida pública de este país. Lo mismo debiese suceder en las comisiones de derechos humanos de cada uno de los estados.
Incluso, debiese ser varias veces más grande de lo que hoy es.
La realidad es otra. La CNDH es una oficina como tantas, de las que están vinculadas con la impartición de justicia, la cual además trabaja con muy bajo perfil.
Seguramente la CNDH está trabajando eficientemente en varios casos. Sin embargo, parece ser una institución idónea para operar en Dinamarca, Suiza, Noruega o cualquier país donde casi no hay delincuencia, porque para cumplir su misión en México, debe ser muy hiperactiva. Los derechos humanos se vulneran cotidianamente en México, dia tras día, hora tras hora, minuto a minuto.
Seguramente el actual presidente de la CNDH, Luis Raúl González Pérez, debe ser un jurista brillante y quizá también, lo sean sus más cercanos colaboradores.
Sin embargo, para el contexto actual que vive el país, sus resultados son raquíticos.
La forma en que son tratadas por las autoridades las víctimas y los colectivos que buscan a sus familiares en las fosas clandestinas, nos habla de una realidad inconcebible para un país tan importante en el mundo, como lo es el nuestro.
La impunidad crece continuamente. Los noticieros exhiben casos que debiesen ser castigados de inmediato, pero no pasa nada.
¿Qué ha hecho la CNDH para exigir al Congreso que convierta la fabricación de pruebas, por parte de policías y MP en contra de ciudadanos, en un delito grave que se pague con cárcel?... ¿Qué ha hecho para exigir que mentir en un caso judicial sea otro delito grave que se pague con cárcel?.
El 17 de agosto pasado un importante noticiero nocturno de TV y las redes sociales exhibieron a policías de la Ciudad de México, supuestamente fabricando pruebas en contra de alguien en el bar Queens de la Colonia Roma. A alguien trataron de incriminar y fabricarle un delito. ¿Dónde estuvo la CNDH?.
Se requiere de una CNDH proactiva, y muy ágil y no burocrática y tibia como hoy lo es. Además debe poseer capacidad de gestión y cabildeo para estimular el surgimiento de ONGs formadas por abogados dispuestos a apoyar.
Ya podría haber firmado acuerdos de colaboración con escuelas de derecho que imparten la licenciatura a nivel universitario, para que sus alumnos hicieran prácticas profesionales orientados por maestros. Así habría multiplicado su presencia por todo el país.
Según un censo publicado por Miguel Carbonell en su página web el 12 de septiembre del 2015, durante el ciclo académico 2013 a 2014, se estimaba que 1,608 instituciones de educación superior impartieron la licenciatura de derecho a 255,000 estudiantes.
La CNDH debiese ser quien lleve el liderazgo del cambio cultural en pro de los derechos humanos. En cambio, parece ir siempre en la retaguardia. Con campañitas sosas y carentes de impacto, gasta un capital valioso.
A la cabeza de la CNDH debiese estar un ciudadano con el perfil de los denominados “luchadores sociales”, o sea, una persona con carisma, presencia pública y mediática, sensible y con un gran compromiso con la justicia. Evidentemente respaldado dentro de la institución, por juristas destacados.
El perfil personal y profesional de quien encabece la CNDH es importante para proyectarla, o dejarla tal y como ha estado siempre: una institución burocrática y carente de empuje y dinamismo. Hasta la fecha no ha habido un “ombudsman” que podamos recordar que se haya enfrentado al sistema.
Hoy que existe el compromiso del próximo gobierno de tomar el tema de la seguridad pública y freno a la violencia como prioridad, es necesario replantear a la CNDH para que esté a la altura del que quizá es el reto más importante del país: garantizar la seguridad personal de los mexicanos y de su patrimonio y junto con ello, vigilar el respeto de los derechos humanos.
¿Usted cómo lo ve?
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