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Un respetado maestro y amigo que en algún tiempo fue mi jefe de información, no se cansaba de repetirme que entre la violencia verbal y la física había una línea tan tenue que nadie se percataba, jamás, del momento en que se traspasaba. Pocos días después de que repitió su obsesiva enseñanza mientras revisaba una de mis notas, el candidato presidencial priísta Luis Donaldo Colosio era asesinado en un arrabal de Tijuana (23/03/94).
Los mexicanos estábamos aún sorprendidos y sobresaltados por el levantamiento indígena encabezado por el EZLN el primer minuto de aquel año fatídico, no acabábamos de asimilar los hechos de corrupción del agonizante gobierno de Carlos Salinas de Gortari y atestiguábamos la feroz lucha de poder que se había desatado al interior del sistema mismo de cara a la sucesión presidencial, cuando ocurrió el crimen de Lomas Taurinas y, seis meses después, el de otro encumbrado político priísta, José Francisco Ruiz Massieu.
El estado de corrupción, violencia generalizada, empoderamiento del crimen organizado y descomposición del grupo político que está en el poder desde hace tres décadas, es hoy mucho más grave que el que vivíamos en aquellos años.
Aún así, cuando faltan dos meses para las elecciones presidenciales, están en marcha campañas mediáticas con mensajes orientados a criminalizar a los contendientes, pero, sobre todo, al linchamiento de uno de ellos, el que se mantiene arriba en las preferencias electorales.
Bastaría con ver los agresivos spots de radio y televisión que descalifican y ofenden con medias verdades y mentiras completas a López Obrador (sin que en ello el candidato de Morena haya sido una blanca paloma). Pero los mensajes de Meade y Anaya (repáselos usted y acaso me dará la razón) son una agresiva invitación al linchamiento del candidato de Morena, al presentarlo, apelando al miedo, como el demonio que destruirá al país. Versiones recargadas éstas de aquella campaña de hace doce años del peligro para México, que en el fondo invitaba a hacer lo que se hace con todo peligro: eliminarlo.
Y si la violencia verbal no distingue cuando se convierte en física, su estallido se potencia cuando el ambiente en el que podría ocurrir tal tránsito está cargado de la que nos ha traído la guerra no convencional contra el crimen organizado y su cauda de sangre y muerte, guerra contra la que cuatro de los candidatos ofrecen más violencia y solo uno, el que es blanco del linchamiento, plantea la pacificación del país.
A López Obrador se le acusa de dividir a la sociedad, de polarizarla, de conducirnos al abismo cuando, vaya paradoja, son las maniobras de sus contrincantes las que, para evitar a cualquier costo un eventual triunfo electoral, nos dividen, polarizan, sacan a relucir lo peor de nuestro secular racismo y atizan al odio de clase.
Pero AMLO sigue en el primer lugar. El más reciente análisis de encuestas divulgado ayer por Análisis & Consultoría en su estudio “Destino 2018” le da un promedio electoral efectivo de 41.66%, seguido de Ricardo Anaya con 28.4% y de José Antonio Meade con 22.50%.
En la asamblea de accionistas de Citibanamex el viernes pasado, se consultó a la autoridad electoral sobre los tiempos legales establecidos para la declinación de un candidato, se le planteó al priísta la posibilidad de que lo hiciera a favor de Anaya, y a éste se le arrancó la declaración de que está dispuesto a negociar con Peña Nieto algún tipo de acuerdo político para frenar a López Obrador.
Javier Lozano Alarcón, vocero de Meade, reconoció ayer que hay fuertes presiones del sector empresarial para concretar la declinación del candidato priísta a favor del panista, escenario que rechazó tajantemente.
Fuentes del tricolor, por otra parte, confirman que un grupo de gobernadores de ese partido operan para que Meade dé un manotazo que relance su declinante campaña. No es remoto, en ese sentido, que en las próximas horas o días se anuncie la salida de Enrique Ochoa Reza de la dirigencia nacional del PRI, para dejarla en manos de Aurelio Nuño quien, a su vez, entregaría a Vanessa Rubio la coordinación general de la campaña. Estiman que así se reduciría la diferencia a niveles que permitan la alquimia electoral.
Todo se mueve así con el objetivo estratégico de frenar a toda costa a AMLO. Pero hablar de cualquier costo, incluye la locura de un asesinato, escenario que tan solo el invocarlo me hace temblar, pero que no es descartable en este clima de violencia desatada en que se encuentra el país y en el que deambulan muchos fanáticos y mafiosos dispuestos a tal oprobio. Eso sí incendiaría al país y lo llevaría al abismo.
Instantáneas: RADIODIFUSORES. Hoy inicia la Semana Nacional de la Radio y la Televisión, evento que congrega anualmente a los concesionarios de la radiodifusión. En los próximos tres días asistirán a esta asamblea de la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión (CIRT), los cinco candidatos a la presidencia de la república. Los concesionarios llegan con serias inconformidades respecto al trato que reciben frente a las opciones planteadas por las telecomunicaciones. Los de la radio han resultado muy afectados por dispositivos como Cirius y Spotyfy, cuya operación no implica el pago de impuestos y les han arrancado amplios segmentos de audiencia. Los de la televisión con un reclamo similar respecto a plataformas como Netflix y Amazon. La CIRT elegirá en estos días a su próximo presidente. Son tres los que suenan: Andrés Sánchez de Grupo 7, Emilio Nassar (concesionario de Querétaro y José Antonio Grajales del Grupo MAC.
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