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Esta semana los capitalinos hemos visto cómo crecen y suben de tono las protestas de los damnificados por el terremoto del 19 de septiembre pasado. Aún en la calle, cincuenta días después del devastador sismo, vigilan en improvisados campamentos sus desalojados edificios cercanos al colapso. Ahí mismo realizan sus asambleas.
Los de la Roma-Condesa, los de Narvarte y la del Valle, los de Portales y Tlalpan, los de Coapa y Xochimilco tienden redes organizativas y empiezan a protestar de manera coordinada. Bloquean avenidas principales y en sus rostros se ve cómo crece la ira. No sé si tengan claro que no se puede culpar al gobierno de un terremoto. Lo que sí saben es que la corrupción, prohijada por la autoridad, tuvo mucho que ver con el tamaño de los daños. Por eso la ira social, acompañada de una gran dosis de resentimiento. Los damnificados levantan el puño y muestran pancartas en las que dicen “¡queremos vivienda, no más centros comerciales”!
Todos se quejan del abandono del gobierno capitalino. Otros urgen la demolición de estructuras que ponen en peligro su entorno, pero enfrentan a golpes la negativa de quienes se han propuesto evitarla hasta tener claro cuál será el futuro de su único patrimonio. No quieren créditos, ni blandos ni duros, pues se resisten a pasar de damnificados a deudores. Exigen expropiaciones y una reconstrucción financiada con recursos públicos.
Cincuenta días después de la tragedia no hay aún una Ley de Reconstrucción para la CDMX que marque con claridad el rumbo a seguir y la manera en que se enfrentará el reto. Aunque algunas demoliciones han iniciado, no hay señales que sugieran la vuelta a la normalidad, única manera de desactivar la “bomba de tiempo” que puede explotar con los damnificados en cualquier momento, según advirtió ayer la recién nombrada presidenta de la Comisión de los Derechos Humanos de la Ciudad de México, Nashieli Ramírez Hernández.
Un ejemplo de ese abandono se vive en la zona de Coapa, en los límites de las delegaciones Tlalpan y Coyoacán. En territorio de la primera, estuvo ubicada la escuela Enrique Rébsamen, icono de nuestra más reciente tragedia citadina. Pero esa construcción forma parte de una larga franja que corre a lo largo de la avenida Canal de Miramontes, donde edificios dañados siguen en el abandono y las numerosas plazas comerciales de la zona han sido aisladas por sus dueños, sin dar cuenta de lo que adentro ocurrió el día del sismo y de lo que ocurre en estos días.
Es el caso de las tiendas Wal Mart y Suburbia, ubicadas en la esquina de Miramontes con Acoxpa, donde son sobrecogedores los daños causados por el terremoto, sin que hasta ahora nada se diga del paradero de personas que inevitablemente quedaron atrapadas ahí y cuya probable muerte ni siquiera se consigna. Enfrente, por cierto, construyen una enorme plaza comercial del Grupo Carso de profundísimas excavaciones.
Más adelante sobre Miramontes, en dirección a Calzada de Tlalpan, está otra plaza severamente dañada. Se llama Galerías Coapa y su dueño es el de Liverpool, un empresario de origen francés de 83 años llamado Maximino Michel Suberville, hombre de bajo perfil que administra las ganancias de sus tiendas, superiores a las ventas de Sears, Suburbia y el Palacio de Hierro juntos. La plaza fue cercada y aislada apenas ocurrido el sismo. Vecinos y ex empleados no creen que ahí adentro el saldo haya sido blanco. Pero hay un silencio sepulcral. Solamente un aviso de la Fiscalía Desconcentrada de Tlalpan, dependiente de la PGJ, consigna en una de sus dañadas paredes que ahí se sigue una investigación por homicidio culposo. Sobre la avenida Tenorios, frente a Galerías, se construye, por cierto, otra plaza comercial, también de profundos cimientos. Es la que hace unos meses provocó gran socavón en la zona.
Ya en Coyoacán, igual frente a Galerías, pero sobre Calzada del Hueso, no se ha retirado un escombro de la derruida plaza que durante años albergó a la ferretería Sekiguchi y que se desplomó con todo y los salones de karate y baile que se construyeron sobre la tienda. Y desde ahí, igual sobre Miramontes, hay condominios dañados a lo largo de más de 200 metros.
El terremoto de 1985 dio lugar a un movimiento de damnificados que cambió el rostro social y político de la Ciudad. Organizaciones vecinales, como las que vemos nacer hoy, formaron entonces la Coordinadora Única de Damnificados. Su lucha obligó al omiso gobierno de Miguel de la Madrid a expropiar predios y reconstruir casi 60 mil viviendas. Ahí se formaron muchos cuadros políticos del PRD y de Morena.
Los damnificados dieron lugar con su lucha a otro terremoto, pero ese de carácter político. Sus organizaciones apoyaron en 1988 la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas, a quien el PRI, con Carlos Salinas, arrebató mediante un fraude la victoria electoral. Después nació el PRD, que en 1997 expulsó al PRI de la Ciudad de México.
¿El sismo del 19 de septiembre pasado desatará otro terremoto político en 2018?
INSTANTÁNEAS.
1. SEGUROS. La Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros ha recibido 36 mil 453 solicitudes de indemnización por los sismos del 7 y 19 de septiembre pasados. Tienen que ver con 38 mil 861 siniestros por un monto de 16 mil 449 millones de pesos.
2. AMPARO. Un juzgado administrativo de la CDMX ordenó suspender la demolición del edificio ubicado en la calle Saratoga 714, colonia Portales, pero siempre y cuando no ponga en peligro por su estado a la solicitante del amparo, a las personas que habitan o visiten el condominio, ni a la comunidad de la colonia o a los transeúntes.
raulrodriguezcortes.com.mx
@RaulRodriguezC