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Una pregunta pertinente a sólo tres días de las elecciones: ¿la totalidad de los mexicanos que votamos lo hacemos de manera libre y a conciencia? La respuesta es no, lamentablemente. Por eso algunos analistas recurren a las categorías de voto blando y voto duro. El primero es de los libres y el segundo es el de la militancia partidista, y el amarrado a sindicatos u organizaciones afines, a programas asistencialistas del gobierno (voto corporativo) o a la compra del sufragio mediante dinero en efectivo, artículos de consumo y, más recientemente, tarjetas o monederos electrónicos.
Acaso el voto blando sea el que expresa su preferencia en las encuestas y un análisis de la publicación quincenal La Carpeta Púrpura lo estima en 42% del total de posibles electores. El 58% restante constituye, por lo tanto, el voto duro que, acaso, no alcancen a medir los ejercicios demoscópicos.
La lista nominal de electores, según la última auditoría del INE, es de 88 millones de posibles votantes en números cerrados. Un consejero electoral dijo a este reportero que un estudio ordenado por el INE estima una participación de 75% (mayor que las registradas en las elecciones de Zedillo y Fox, las de menor abstencionismo hasta ahora).
Si nos atenemos a ese porcentaje, el próximo domingo habremos votado 66 millones de mexicanos. A partir de esa cifra, el voto blando es de 27.7 millones de ciudadanos y el duro de 38.2 millones.
Asumamos que más allá de sus proyecciones estadísticas, las encuestas solo miden el voto blando. La más reciente de Consulta Mitofsky da a AMLO 37.7% (10.4 millones de votos; a Anaya 20% (5.4 millones); a Meade 17.7% (4.9 millones); y a El Bronco 3.9% (1.1 millones). En el rubro de indecisos marca 21.5% (5.9 millones).
El voto duro, según el análisis de La Carpeta Púrpura, es de 15 millones para AMLO (Morena-PT-PES), de 8.9 millones para Anaya (PAN, PRD y MC) y de 8.4 millones para Meade (PRI-Verde-Panal).
La suma de voto duro más voto blando da a AMLO 25.4 millones de sufragios, a Anaya 14.3 millones y a Meade 13.3.
Está pendiente, sin embargo, la franja de los 5.9 millones de indecisos. Sin descontar a los abstencionistas que indudablemente hay en esa franja y de acuerdo con una estimación de la encuestadora PopGroup, 10% (595 mil 980) optaría por AMLO; 26% (1.5 millones) por Anaya; y 38% (2.2 millones) por Meade.
Si sumamos voto blando más voto duro más porcentaje de indecisos AMLO tiene 26.4 millones de votos, Anaya 15.8 millones y Meade 15.5 millones. La diferencia del puntero con sus dos contrincantes sería, como ve usted, de más de diez millones de votos.
Hay un elemento, sin embargo, que hace notar La Carpeta Púrpura en su análisis La Película Completa de Tres Actos: Encuestas + Voto Duro + Indecisos: la decisión del gobernador perredista de Michoacán, Silvano Aureoles, de apoyar la candidatura de Meade. De acuerdo con su información, Aureoles es uno de los principales controladores del voto duro en Michoacán, desde luego, pero también en el Estado de México y en la capital del país. En ese sentido estima que ese acuerdo político movió a favor de Meade 25.7% del voto duro, es decir, 9.8 millones de votos que, si se le suman al candidato del PRI-Verde-Panal, le darían 25.4 millones y que, restados a Anaya, lo dejarían con 6.3 millones de votos.
En lo personal me parece una exageración, pero solo así Meade se afianzaría en el segundo lugar con una diferencia de menos de un millón de votos (637 mil 420) en relación con AMLO, lo suficientemente pequeña para alterarla en el escrutinio, un escenario muy parecido al de 2006 con el panista Felipe Calderón.
Esas son las cuentas alegres que hace el war room priísta y que dan sustento a la operación electoral (¿fraude?) en marcha y, sin duda, a las recientes declaraciones del propio Meade (“nadie debe sorprenderse de que ganaremos”) o de Aurelio Nuño (“es probable que la elección tenga un resultado muy distinto a lo que reflejan las encuestas”).
Visto así, el asunto es ominoso y peligroso. Otra vez se estaría violentando la voluntad popular, no por el voto indeciso, como argumentan, que por sí solo es incapaz de cerrar la diferencia irremontable que marcan las encuestas; sino por la coacción y compra del sufragio. Una reacción social violenta no es eufemismo, ni el tigre suelto o el diablo presente son amenazas, sino realidades. ¿Les alcanzará la maniobra? ¿Se atreverán a tanto? Dejemos, por favor, que las urnas hablen en libertad.
INSTANTÁNEAS: 1. LENTITUD. Poco ayuda, en este contexto, el anuncio del INE en el sentido de que el conteo del PREP será más lento de lo esperado y que los preliminares se conocerán hasta la noche del lunes 2 de julio.
2. PROVOCACIÓN. Me dicen que los ex delegados perredistas en Coyoacán Mauricio Toledo y Raúl Flores, tienen listo a un grupo de golpeadores que buscan generar violencia en el cierre de campaña de AMLO que tendrá lugar hoy en el Estadio Azteca.