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La sustitución vía rápida de Enrique Ochoa Reza por René Juárez Cisneros en la dirigencia nacional del PRI —una especie de “paso de la muerte” al cambiar de caballo en plena carrera— confirma, de entrada, la crisis que atraviesa la candidatura presidencial de José Antonio Meade.
También envía la señal de que el tricolor seguirá en la contienda presidencial hasta el final, sin declinación alguna a favor de Ricardo Anaya, como habían venido exigiendo poderosos empresarios, aunque se rasguen las vestiduras al negarlo.
René Juárez Cisneros es un duro del PRI, no sólo por su modo de hacer política, también por su experiencia para convertirse, en medio de las críticas circunstancias que atraviesan el partido y su candidato, en el puente que conecte con una militancia desplazada por los tecnócratas del ITAM que, encabezados por Luis Videgaray, han encerrado a Meade en una burbuja impenetrable, desconectada de la realidad; y desencantada con los resultados obtenidos hasta ahora por su abanderado.
Y si el manotazo de Meade, quien tomó la iniciativa del ajuste, marca distancia del grupo itamita de Videgaray, también tiende puentes con el grupo político de Miguel Ángel Osorio Chong, frustrado aspirante a la candidatura presidencial, de quien René Juárez Cisneros fue subsecretario en Gobernación, puesto donde confirmó la experiencia mostrada como operador político cuando fue gobernador de Guerrero entre 1999 y 2005.
Meade dijo ayer que habrá más cambios en su equipo de campaña, dos de cuyos integrantes aseguraron a este reportero que entre ellos no están considerados ni el coordinador Aurelio Nuño ni el vicecoordinador Eruviel Ávila. Se entiende, pues el objetivo es tender puentes con todos los grupos priístas, acaso hoy tan divididos como en los tiempos de la escisión provocada por la Corriente Democrática (1987-1988). Otras fuentes del tricolor, sin embargo, aseguran que el propio Aurelio Nuño será removido y probablemente sustituido por el ex gobernador de Querétaro y ex secretario de Agricultura, José Calzada Rovirosa.
Lo cierto es que el cambio sugiere un endurecimiento del PRI y de su campaña presidencial. Y si además descarta cualquier declinación a favor de Ricardo Anaya, no es remota la versión de que esté por ponerse en marcha la segunda etapa de la andanada legal contra el abanderado panista-perredista. Ésta —aseguran algunas fuentes de la PGR— incluiría el inicio de procedimientos penales contra la esposa y el suegro del llamado joven maravilla, por lavado de dinero.
Pero el manotazo de Meade deberá pasar por un replanteamiento total de su estrategia, pues la que ha seguido hasta ahora dio lugar a una campaña en la que pretende ser indiferente a los errores y fracasos de los gobiernos panistas y priístas de los que formó parte. Por eso no ha prendido. Estrategia hay, pero parece equivocada, lo que abrió un vacío de credibilidad, legitimidad y de la autoridad presidencial que inevitablemente lo acompaña. Ha sido un error querer enmendar el pasado reciente, en demérito del realismo político y social sobre la imagen presidencial, los problemas del país y las expectativas nacionales sobre el futuro de México, explica el politólogo de la UNAM, Pedro Isnardo de la Cruz.
Aun así, un escenario de triunfo de Meade frente a AMLO parece remoto (una posibilidad entre 10 según las actuales preferencias electorales). En términos prácticos, la suya es hoy una campaña que al parecer necesita al menos dos años para madurar las virtudes personales y profesionales del priísta-no priísta que destacan quienes le conocen y reconocen.
INSTANTÁNEAS: ÉXITO. El relanzamiento del programa Tercer Grado que conduce el vicepresidente de Noticieros Televisa, Leopoldo Gómez, resultó anoche muy interesante e ilustrativo. El primero de sus invitados, Andrés Manuel López Obrador respondió a todas. No fue evasivo a las incisivas pero respetuosas preguntas que le formularon los periodistas participantes: Denise Maerker, Carlos Loret, Joaquín López Dóriga, Raymundo Rivapalacio, Leo Zuckermann y René Delgado. La conducción fue sobria y ágil. El candidato presidencial de la coalición “Juntos haremos historia” pudo explicar con claridad algunas de sus propuestas. Destaco algunas ideas de sus señalamientos: ni expropiaciones, ni nueva Constitución, ni reelección; respeto a la autonomía del Banco de México, amnistía como parte de un paquete amplio para enfrentar la inseguridad y la violencia, no gobernar mediante decretos si no dispone de mayoría en el Congreso, lucha contra la corrupción y la inseguridad en la primera parte del sexenio y revisión de las reformas en la segunda. El próximo martes estará Ricardo Anaya y el jueves José Antonio Meade.
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