Marco Gil perdió a su esposa y a su hija de un año bajo los escombros en Jojutla, Morelos. El soldado Moctezuma Luis Hernández, que participaba en las labores de apoyo, logró ubicarlas. A la niña la encontró todavía con vida. Se esforzó durante horas para rescatarla. Cuando la logró sacar, ya estaba muerta. Rompió en llanto. Su reacción llegó a los ojos de millones de personas gracias a la fotografía que le tomó Salvador Kellerman.
Gil escribió al soldado una carta que tuvo también una gran difusión. En ella, Marco pidió ayuda para encontrarlo y así agradecer personalmente el esfuerzo y la oportunidad de despedirse de Samara, su esposa, y Sofía, su hija. Ese encuentro ocurrió el 26 de septiembre. Moctezuma Luis, que ingresó hace apenas siete meses al ejército, dijo ese día ante los medios que él solamente estaba cumpliendo con su deber. El soldado es de Ju chitán. Su propia familia resultó damnificada, pero no ha sido a ellos a quienes ha ayudado o consolado. Con esa parte de Oaxaca devastada, su fuerza se ha tenido que concentrar en Morelos.
Así como Moctezuma, trabajan miles de integrantes de las fuerzas federales. A aquellos que sólo ven un uniforme, Marco Gil les recuerda que se trata de seres humanos.
Me costaba entender que un hombre en pleno duelo pudiera sonreír y pronunciar tantas palabras amorosas. No lo comprendí hasta este fin de semana que lo conocí. Me dijo que se preparó durante años para ser mejor padre y mejor esposo, pero nunca se preparó para perder tan pronto a las mujeres que amaba. Me dijo también que estaba lleno de agradecimiento con todas las personas que participaron en el rescate, especialmente con quien entregó a la nena e hizo todo por salvarla. Lo encontré rodeado del cariño de sus amigos y de la solidaridad de su comunidad. A pesar del letrero en la puerta que decía “casa dañada y no censada”, todos entraban con comida y abrazos. Sentí de cerca la generosidad y fe profunda de su madre. Terminé de entender cuando Marco cargó a su hijo Rafael y sonrió con la fortaleza que sólo da el amor incondicional. Me dejó ver que no se rinde porque es padre antes que ser viudo. Me enseñó que ante eso, sólo queda levantarse y reconstruirse. Antes de despedirnos me pidió una sola cosa: “Ayuda a mi soldado”.