Algo debe saber Gerardo Rodríguez Regordosa, subsecretario de Hacienda con Felipe Calderón y amigo de la triada que controla las finanzas públicas de México: Luis Videgaray, José Antonio Meade y José Antonio González Anaya, de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). El actual director de inversiones en Mercados Emergentes del poderoso gestor de activos BlackRock, cuyos tentáculos pasan por los sectores energético y financiero del país, publicó la semana pasada un tuit muy revelador: “Una vez que pase el tema de NAFTA y se confirme en marzo que Trump no se sale del acuerdo, va a ser más evidente que la economía mexicana está bien. El peso se va a apreciar y la inflación va a bajar más rápido. Justo antes de las elecciones”.

Si el ex funcionario mexicano no fuera uno de los principales enlaces entre el poder financiero de Wall Street con el gobierno mexicano y uno de los que habrían ayudado a Luis Videgaray a estrechar su relación con el yerno de Donald Trump, Jared Kushner, su previsión quedaría sólo en eso: en un pronóstico, pero hay algunos factores que dan sustento a la hipótesis de Rodríguez Regordosa.

El primero tiene que ver con el cronograma de las rondas de negociación. La sexta ronda comenzó ayer en Montreal, Canadá, y concluirá el 29 de enero con la reunión de ministros, en la cual el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo; el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, y la ministra Chrystia Freeland darán visto bueno a los avances.

Según funcionarios mexicanos, en esta ronda se abordarán de nueva cuenta todos los temas —se están negociando un total de 30 capítulos—, pero principalmente se buscará llegar a acuerdos preliminares en temas ásperos como el de las reglas de origen que tienen a la industria automotriz en vilo.

Ya está programada la séptima ronda de negociaciones para febrero, en la Ciudad de México, y se prevé una octava en marzo, según lo que ha dicho el subsecretario de Economía, Juan Carlos Baker. La sede de esta última reunión antes de las elecciones mexicanas del 1 de julio será Estados Unidos.

La octava ronda de marzo coincide con la solicitud que tiene que hacer el presidente Donald Trump al Congreso para extender el llamado Trade Promotion Authority (TPA), el cual le permite negociar acuerdos comerciales como el TLCAN con la venia del Poder Legislativo y otras partes interesadas, entre ellos los empresarios. Este procedimiento especial expira el 1 de julio, el día de las elecciones en México, pero su extensión debe notificarse al Congresos 90 días antes.

Es decir, que máxime el 1 de abril del 2018 Trump debe presentar un escrito y un reporte sobre el progreso de las negociaciones en curso, entre ellas la más relevante: la del TLCAN, y explicar las razones por las que se requiere la renovación del TPA para concluir los nuevos acuerdos.

Al mismo tiempo, Trump deberá notificar al Comité Consultivo de Política Comercial y Negociaciones (ACTPN), conformado por líderes empresariales, patronales, think thanks y otras organizaciones no gubernamentales y, finalmente, esperar a que sea aprobado o rechazado por el Congreso a más tardar el 30 de junio.

Aun cuando en el gobierno mexicano hay voces optimistas que dicen que la renegociación podría culminar en marzo o antes de las elecciones, con un saldo no tan negativo para México, lo cual impulsaría a José Antonio Meade en la carrera por la Presidencia, es poco probable que este escenario se dé. Lo más seguro, como ya lo dejó ver Trump, es que después de la octava ronda de marzo habrá un periodo de tregua, en lo que transcurren los comicios, y las negociaciones podrían reactivarse en julio. Dependiendo del nuevo presidente mexicano serán las posibilidades de que se logre un acuerdo.

Como lo hemos dicho aquí, en el gobierno federal creen que si gana Andrés Manuel López Obrador la ruptura del TLCAN sería casi inmediata, mientras que la continuidad del PRI o incluso con un triunfo del precandidato de la coalición encabezada por el PAN, Ricardo Anaya, hay un poco más posibilidades de modernizarlo.

Sin embargo, la intransigencia de Trump y lo errático de su discurso mantiene muy altas las posibilidades de que las negociaciones fracasen, a menos de que México ceda en asuntos en los que ha dicho que no lo hará, como elevar a 80% el contenido regional para la producción automotriz o pagar directa o indirectamente el mentado muro fronterizo.

Posdata. Marzo, además, coincide con el inicio de las campañas presidenciales y con el eventual acuerdo de incentivos fiscales entre los empresarios y Hacienda para hacer frente a la reforma tributaria de Estados Unidos.

Vienen días aciagos.

Twitter: @MarioMal.
Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com

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