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Jamás dijo que lo haría, sin embargo, entrado en gastos, al fin que prometer no empobrece, Andrés Manuel López Obrador se lanzó con todo: plantear seriamente, pensar en la posibilidad de ofrecer un perdón, una amnistía, a miembros de la delincuencia organizada con el fin de aminorar la violencia en el país, es decir, perdonar asesinos para que dejen de asesinar, ¿tiene lógica?, justo es eso, la viabilidad o no de la idea, lo que se plantearán en Morena.
Llevamos más de una década ante una estrategia que, evidentemente, no funciona para acabar con la violencia que deja, solo en este año, más de 21 mil muertos y muchos más desaparecidos, lo menos que uno esperaría de un candidato presidencial sería una propuesta más concreta y no una lluvia de ideas que acepte ocurrencias al por mayor, justamente en el tema de seguridad, López Obrador ha simplificado las cosas a grados pueriles, según el candidato, sin corrupción se acaba el narco, pero, suponiendo sin conceder que así fuera, ¿qué harán en los años que se necesitan para que se acabe la corrupción?, ¿que pasará con los Zetas, los Golfos, los Jalisco Nueva Generación, los Sinaloa, los Guerreros Unidos y decenas de bandas más que están dispuestas a desmembrar un cuerpo con tal de mandar un mensaje de territorio?
Si se trata de aceptar ideas, habría que plantear varias para Morena, propuestas serias que, desde hace tiempo, han sido tabú en ese y todos los partidos políticos, por ejemplo: Legalizar el cultivo de amapola, que permitiría al país producir morfina y otros derivados médicos de gran calidad inclusive para exportación, aniquilando paulatinamente la ruta de la heroína que deja decenas de muertos todos los días y es el principal sustento económico de los cárteles, o Fortalecer el combate al lavado de dinero, que necesariamente requiere de una alianza con banqueros y la gente del dinero para detectar cuentas millonarias de los cárteles que pueden terminar con el móvil de todas las aberraciones que genera la violencia, los malos son malos porque el crimen paga y paga muy bien, o legalizar la producción y venta libre de marihuana, propuesta que genera escozor en las mentes políticas ante la pérdida de votos, pero que, en los hechos, disminuye significativamente los índices de violencia y deja en las calles a miles de consumidores inocentes que cometieron la grave felonía de cargar un churro de más para su personalísima recreación, o acotar la participación del Ejército en tareas de seguridad nacional, como se propone, lejos de la alharaca no justificada de la militarización del país, en diversas propuestas de ley, emitiendo una declaratoria de emergencia y, además, obligando a los estados a hacerse cargo de problemáticas que deciden ignorar por intereses políticos.
Ahora que si se trata de ocurrencias al por mayor, podemos proponer la pena de muerte a todo aquel que consuma una droga no regularizada, decretar la autonomía de los estados coptados por el narco, castigar con cárcel al que escucha narcocorridos, darle al Mencho una senaduría o hacer una fiesta nacional en donde todo el país promete ser bueno y ¡chin chin el que se raje!
DE COLOFÓN. El nuevo presidente del PRD podría no ser ninguno derivado de las tribus, uno de sus más fuertes candidatos terminaría en el Senado.