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Apareció recientemente un nuevo estudio muy serio publicado en el Journal of Human Rights, Humanitarianism and Development , denominada por su autora Christy Thornton, analista de la Universidad de Harvard, con su trabajo titulado “A Mexican International Economic Order?”, que traza las profundas raíces de los derechos y deberes económicos de los estados, haciendo un recuento de las presiones que sufrió México en la “Cumbre Norte-Sur para la Cooperación y el Desarrollo”, que clamaba por una redistribución de la riqueza, la cooperación internacional para negociaciones globales con la colaboración de la Comision Brandt, que había establecido una fuerte coadyuvancia con México para la adopción y aprobación por la Asamblea general en 1974 de la “Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados” .
El documento en cuestión describe el esfuerzo de un actor internacional responsable: el Estado Mexicano, para luchar por su compromiso de fortalecer a la ONU bajo un código de un nuevo orden económico justo y equitativo del cual hoy estamos muy lejos.
Es obligado recordar que hace 43 años el 1° de mayo de 1974, la ONU aprobó una resolución para el establecimiento de un “Nuevo Orden Económico Internacional” proclamado por los miembros de la Asamblea general (resolución 3201). Fue el preámbulo para reforzar la Carta de la ONU a fin de alejar al mundo de los peligros del flagelo de la guerra, que como espada de Dámocles, pende siempre de un hilo sobre la humanidad.
El 12 de septiembre del mismo año y con base en la declaración antes mencionada, nace una nueva esperanza para la paz y la justicia: “La Carta de Deberes y Derechos Económicos de los Estados” como respuesta a los pueblos del mundo que demandaban respeto a principios de igualdad soberana, a la interdependencia entre los estados, cuales quiera que fueran sus sistemas económicos o ideológicos, en virtud de que el orden mundial estaba basado en la desigualdad, la injusticia, el saqueo, el pillaje de enormes recursos naturales por parte de países desarrollados que saqueaban impunemente a los países del “Tercer Mundo”, hoy llamados pomposamente “en vías de desarrollo”, algunos de los cuales están “en vías de morirse de hambre”.
Surgió así, después de profundos estudios y un largo debate ante los peligros de la situación internacional de la época y en medio de la guerra fría, la aprobación de la “Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados”, votada por abrumadora mayoría de la Asamblea general. El documento sigue vigente, y representa la última esperanza para preservar la paz universal, la convivencia civilizada de los pueblos, la seguridad internacional basada en la justicia y la cooperación ante estos tambores de guerra y peligros de una alteración grave y destrucción de las Instituciones Internacionales, en estos trabajos se distinguió el Embajador Premio Nobel de la Paz Don Alfonso García Robles, representante entonces de México ante la ONU.
El mantenimiento de la paz, la seguridad internacional, la eliminación de la amenaza, la supresión de actos de agresión unilateral, el acatamiento de principios de justicia y equidad, el respeto al Derecho Internacional, son los pilares y la preocupación de la Comunidad Internacional para una convivencia armónica basada en el “respeto al derecho ajeno” como pre requisito de la paz, principios de la libre autodeterminación de los pueblos para vivir en paz.
Hoy igual que ayer nos encontramos ante una nueva encrucijada: “la guerra o la paz”, el reto es el mismo, preservar la existencia misma de la humanidad ante la amenaza de una guerra nuclear impulsada por los Estados Unidos en contra de Corea del Norte, confrontación que es una verdadera locura cuyo resultado sería la destrucción mutua asegurada, en la que no habría vencedores ni vencidos, sería el holocausto, el fin de la especie humana.