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El hallazgo fue hecho por comerciantes del barrio de Tepito dentro de un puesto semifijo que se encontraba en la esquina de Jesús Carranza y Bartolomé de las Casas. Se trataba de un bulto de gran tamaño, envuelto en cobijas manchadas de sangre. A las 7:00 de la mañana del 7 de diciembre de 2017, agentes de la policía capitalina fueron alertados.
Bajo las cobijas, cubierto con bolsas de plástico, estaba un cadáver. Le habían efectuado quemaduras con un soplete. Tenía a su lado un mensaje que decía: “Viva Paraguay atte: El Huguito”.
Paraguay es una calle del centro histórico muy cercana a la plaza de Santo Domingo. De acuerdo con testimonios de comerciantes y vecinos de la zona, en una amplia vecindad ubicada en el número 62 se encuentra el cuartel general de uno de los brazos armados del Cártel de Tepito: el que dirige Víctor Hugo Ávila, alias El Huguito.
Dos meses antes del hallazgo, El Huguito fue detenido por agentes de la SSP en el Paseo de la Reforma. Había llegado al C-2 el reporte de un secuestro: testigos afirmaban que un hombre acababa de ser plagiado en la colonia Doctores. Lo habían subido a una Dodge Nitro de color guinda. La detención ocurrió en las inmediaciones de Donato Guerra. Una reportera que presenció los acontecimientos refiere que la camioneta fue interceptada por tres patrullas, que uno de los detenidos logró tirar algo al suelo cuando lo iban a esposar y que a un hombre gordo, de sudadera blanca, uno de los agentes lo alejó unos metros, se lo llevó abrazado, como para hablar con él. Luego lo volvió a esposar y lo metió en la patrulla.
En la parte trasera de la camioneta iba un hombre amarrado y vendado, que presentaba señales de violencia. El Huguito y tres cómplices (sus nombres se hicieron públicos: Ricardo Ávila, Julio Armando Rodríguez y Miguel González Varela) fueron desarmados y conducidos a la Fiscalía Antisecuestro de la procuraduría capitalina. Quedaron en libertad, sin embargo, unas horas más tarde.
La víctima, que fue presuntamente amenazada, cambió su declaración: dijo que era amigo de El Huguito y que le había pedido ayuda para saldar cuentas pendientes con una persona con la que tenía dificultades. Como la portación de arma de fuego no amerita prisión preventiva, los detenidos volvieron a la calle.
En octubre de 2017, pocos meses después de salir de la cárcel, fue asesinado en el estacionamiento de una tienda uno de los fundadores de la Unión Tepito: Francisco Javier Hernández Gómez, conocido como Pancho Cayagua.
Según la procuraduría, Hernández Gómez circulaba por la lateral de Insurgentes y se percató de que al menos cuatro sujetos a bordo de motocicletas iban por él. Intentó huir. Le dispararon en 15 ocasiones. Su esposa declaró que hacia las dos de la tarde de aquel día Pancho Cayagua recibió una llamada telefónica que lo alteró, y que le hizo salir a la calle.
El fundador de la Unión había roto tiempo atrás con uno de sus hombres más cercanos, Roberto Moyado Espada, El Betito. La guerra entre ambos desató una oleada de ejecuciones. Para las autoridades, tras el asesinato de Pancho Cayagua y el abatimiento del líder del Cártel de Tláhuac, José de Jesús Pérez Luna, El Ojos, El Betito se ha convertido en el máximo líder criminal en la ciudad de México.
Reportes del gobierno capitalino indican que las células de la Unión se encargan de la extorsión, el cobro de piso, la venta de drogas —y ahora el secuestro— en zonas específicas: Tepito, La Lagunilla, Centro, Zona Rosa, el corredor Roma-Condesa, La Merced y las colonias Doctores y Buenos Aires. El grupo criminal ha extendido sus actividades a las delegaciones Venustiano Carranza y Gustavo A. Madero.
En estas células figuran personajes como El Micky, El Elvis, El Perro y El Japo. Y también El Brayan o El Pozole, principal sospechoso del asesinato de una escort venezolana cuyo cadáver fue abandonado el pasado 25 de febrero en el Estado de México.
Víctor Hugo Ávila, El Huguito, se halla al frente de una de las células. Según las denuncias de vecinos y comerciantes, es responsable de extorsiones, cobro de piso e incluso secuestros cometidos en la zona. Las víctimas son llevadas a la vecindad de Paraguay 62. Las mantienen atadas y con la cabeza tapada, muchas veces a la vista de las personas que habitan dicho predio, en tanto se realiza la “negociación”.
Desde 2017 existen casos de víctimas de la Unión que fueron torturadas con soplete. Todo esto ocurre a solo cuatro calles del Zócalo.