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El atentado contra el ex fiscal general Luis Carlos Nájera ocurrió a la luz del día, a las puertas de un restaurante, en una de las zonas más exclusivas de Guadalajara. El fuego dejó varios civiles heridos. La quema de vehículos ordenada por los sicarios para proteger su huida, provocó la muerte de un bebé de tres meses, y también la de la madre de éste.
Al día siguiente de estos hechos el gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, sostuvo una larga reunión en Bucareli con el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida. El tema fue Nemesio Oseguera, El Mencho, líder del Cártel Jalisco, el más poderoso de México.
Oseguera es considerado “el objetivo número uno” de la Secretaría de Gobernación. Aunque desde hace tiempo el gobierno asegura que está cerca de él, el atentado contra el ex fiscal demostró el poder logístico del cártel: fue un aviso de que El Mencho no estaba debilitado.
Sandoval salió de la reunión con la noticia de que el jefe criminal sería golpeado en su línea de flotación.
Cinco días más tarde la Marina fue a Guadalajara por la mujer de El Mencho, Rosalinda González Valencia. La detención ocurrió a las puertas del edificio en donde “todo Guadalajara” sabía que ella habitaba: un conjunto exclusivo en el que solo viven familias de gran poder adquisitivo.
Un video que circuló ayer muestra el momento en que la mujer es detenida: en las imágenes, con el telón de fondo de un 7 Eleven, aparece un elemento de la Armada, encapuchado y visiblemente nervioso, que lee una orden de aprehensión a la esposa de El Mencho, bajo cargos de delincuencia organizada en la modalidad de operación con recursos de procedencia ilícita.
La mujer entrega entonces a una acompañante algunas joyas, las llaves de su auto, una bolsa Louis Vuitton, y luego pregunta a dónde la llevan. “A la PGR”, es la respuesta.
Según las autoridades, Rosalinda González V. es el vínculo de Nemesio Oseguera con la vertiente de cuello blanco del CJNG. Hermana de los integrantes del grupo conocido como Los Cuinis —el brazo financiero del cártel—, la mujer representó el contacto de El Mencho, un hombre de sierra, con la alta sociedad jalisciense —que, dicen fuentes de la administración estatal, “la arropaba y consentía”.
Antes de esta detención la Policía Federal, en colaboración con la PGR, había aprehendido a Gerardo Botello González, El Cachas, el líder regional del Cártel Jalisco.
El Cachas había comenzado con el robo de hidrocarburos en Guanajuato. En 2008 quedó adscrito a los Caballeros Templarios y tres años más tarde figuraba ya como líder de ese grupo en San Francisco del Rincón.
En 2015, disminuida esa organización criminal, Botello se integró al CJNG: El Mencho “le dio” la ciudad de León con la encomienda de eliminar a los grupos criminales que se dedicaban también al robo de hidrocarburos. La sanguinaria “limpia” que El Cachas emprendió lo convirtió a partir de 2016 en jefe regional de Guanajuato y Michoacán. Su nueva misión fue abatir al grupo conocido como Los Viagras.
Las labores de seguimiento previas a su aprehensión revelaron que la escolta personal de Botello estaba formada por policías estatales de Michoacán. De acuerdo con la Policía Federal en aquel estado lo escoltaban incluso con patrullas oficiales.
También El Cachas manejaba sus asuntos desde la zona metropolitana de Guadalajara: fue detenido en una casa de seguridad de la colonia Jardines de la Primavera, en Zapopan.
Horas después de que se diera a conocer esta captura, la Marina y el Ejército aprehendieron en Tepalcatepec, Michoacán, al ex líder de las autodefensas Juan José Farías Álvarez, El Abuelo, y a diez personas más.
Farías es señalado como lugarteniente del Cártel Jalisco en Tepalcatepec. Esta organización infiltró a las autodefensas que combatían a Los Templarios a partir de 2013.
La detención de la mujer de El Mencho, y de su jefe regional, alertó a las autoridades federales sobre posibles reacciones por parte del CJNG: el golpe, al parecer, fue efectivamente en la línea de flotación de uno de los líderes más violentos y sanguinarios de los años recientes.