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El líder y propietario del partido MORENA, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), presentó la semana pasada su “Proyecto de Nación 2018-2024”, ese que trasladará a la realidad cuando sea Presidente. Leí con interés la parte dedicada a la educación, cuya responsable fue una escritora llamada Laura Esquivel, obviamente más capacitada para esa tarea que los teóricos, pedagogos y académicos que abundan en su partido.
Antes leí el discurso de Esquivel ante AMLO y las fuerzas vivas del MORENA el día de la ceremonia. Es muy interesante. Dijo, por ejemplo, que el “proceso de aprendizaje” sucede porque hay comunicación “entre neurona y neurona y entre célula y célula”; que “educación y cultura caminan de la mano”; que la televisión ha creado “una cultura espuria que no nos representa”; que para combatir al antropoceno causado por las bombas atómicas, los programas educativos deben incorporar “el Servicio Comunitario en sus planteles” y, finalmente, dijo que “la cultura es el eje transversal de toda transformación revolucionaria”.
Avisó también que la educación, a partir de 2018, entre otras cosas, será “universal, gratuita, laica, democrática y nacional”; que habrán de restaurarse “los derechos de los docentes” y “la memoria y la identidad”; que habrá comedores y albergues para los 300 mil estudiantes que tendrán becas por 29 mil pesos anuales; que se acabarán “los sistemas de evaluación educativa con fines punitivos y laborales” y que se desmontará “una política que da prioridad a la inversión privada” en materia educativa.
Es aquí que comienza el misterio.
Ante AMLO y las fuerzas vivas, Esquivel reiteró la denuncia del MORENA en el sentido de que “las grandes corporaciones sólo den empleo a estudiantes que estudiaron en universidades avaladas por ellos mismos y dejen fuera a los que cursaron sus estudios en universidades públicas, dejando abierta la puerta para que el crimen organizado trate de reclutar a los rechazados.” Así son de malvadas esas corporaciones.
Lo bueno es que con AMLO se llevarán un palmo de narices, pues se decretará que “ningún joven será rechazado al ingresar a escuelas preparatorias y universidades públicas, es decir, habrá 100% de inscripción” (un decreto que, todo parece indicarlo, estará por encima de las leyes y reglamentos que esas instituciones de educación se dan con y desde su autonomía).
Lo misterioso es que, ya en el Proyecto (a partir de la página 395), hay un capítulo titulado “La autonomía universitaria de las Instituciones de Educación Superior Particulares. Fundamentos y Referencias” que dice algo muy diferente, pues celebra “el beneficio” de otorgar la autonomía universitaria a “las instituciones particulares de educación superior que han demostrado su compromiso con la calidad y la mejora continua”. Rara cosa. En su discurso, Esquivel fustiga a esas universidades “avaladas” por malas corporaciones, pero en el Proyecto dispone que “se debe reconocer a las instituciones de educación superior que han alcanzado altos estándares de desempeño” otorgándoles la autonomía.
Según el discurso son causal del narco,
pero según el Proyecto, “las universidades privadas forman parte del sistema educativo nacional y proporcionan un servicio público”. No sólo eso, sino que “la participación de los particulares en la educación superior es importante en términos de cobertura, infraestructura instalada y capacidad docente; pero también es muy relevante en lo que se refiere a la diversificación de la oferta educativa y a su calidad, toda vez que existen
distintos tipos de instituciones educativas particulares”.
Pero lo más misterioso de todo es que tanto ese párrafo, como todos los que lo rodean, son copia casi textual del punto II de un borrador del proyecto de “Ley que otorga autonomía a universidades particulares de calidad asegurada” (que misteriosamente acabó en la Internet: http://docplayer.es/
36674061-Presidente-de-la-mesa-directiva-de-la-camara-de-diputados-del-congreso-de-la-union-presente.html ).
Todo parece indicar, pues, que hubo un problema en la comunicación entre neurona y neurona. La sección educativa del “Proyecto de Nación 2018-2024” del Lic. López Obrador, copia casi a la letra un documento firmado por su enemigo acérrimo, el Lic. Peña Nieto, el 3 de marzo de 2013 como parte de la reforma educativa.
Nadie sabe para quién trabaja.