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Nunca antes sentí con tanta nitidez la posibilidad de que el TLC se rompa.
Hoy arranca en Washington la cuarta ronda de negociaciones y los encargados mexicanos tienen las expectativas más bajas que jamás haya yo registrado.
Incluso desde hace varios días el gobierno federal y los empresarios que los acompañan en la tarea de enmendar el acuerdo han iniciado una estrategia para que —en distintos grupos sociales, políticos y de influencia financiera— permee la idea de que el rompimiento del TLC no sería tan grave para México.
Las autoridades federales han empezado a circular un estudio que respalda tal idea. No me queda claro si es parte de su estrategia de negociación (para que Estados Unidos sepa que no tienen miedo de las amenazas) o si es parte de su estrategia de contención (porque ya pulsaron lo que viene). Sospecho que lo segundo.
Este estudio expresa que 80 por ciento de los productos mexicanos que se comercian con Estados Unidos no lo hacen bajo las facilidades del TLC, sino que se atienen a las reglas de la Organización Mundial de Comercio, que son las que prevalecerían en la relación comercial bilateral en caso de que desaparezca el Tratado. Es decir, que sólo 20 por ciento de los productos se vería afectado.
Además, asegura que el impacto de esta afectación no es tan grave: señala que el arancel promedio que pagaría este 20 por ciento de los productos es de 4 por ciento en promedio.
Pero sí reconoce que la extinción del TLC rompería lo que llaman “la marca NAFTA” (algo de esto ya lo comentó hace unos días el colega Enrique Campos): se trata de la buena imagen que baña a México en el mundo del dinero porque tiene esta especie de aval que le da el TLC (NAFTA, por sus siglas en inglés) de ser un socio preferencial de la potencia económica más relevante del planeta. Al perder este intangible, la percepción sobre México empeoraría y tal cosa podría reducir el apetito para hacer negocios con nuestro país y disminuir la facilidad de acceso y las buenas tasas de interés de las que México goza al conseguir préstamos en el mercado mundial.
Es el cuarto round. A ver en cuántos se termina esta pelea.
SACIAMORBOS. “En el fondo nos gustaría hacer el muro… pero en la frontera México-Guatemala”, soltó medio en broma, pero ciento por ciento en serio, un altísimo funcionario del gabinete de Donald Trump, uno de sus hombres de mayor confianza, cuando vino a México. Los escuchaban varios funcionarios estadounidenses y mexicanos. Todos rieron con el comentario: reflejaba la extraordinaria evaluación que hace Estados Unidos de la cooperación con México en materia de seguridad y migración; también hablaba del hecho de que el saldo neto de personas que se van y personas que regresan lleva varios años ubicando a México como un país receptor de migrantes más que expulsor. Al más alto nivel México ha mandado el mensaje de que si se rompe el acuerdo comercial se quiebra también esa cooperación que es estratégica para Estados Unidos. Veremos si les funciona el amago y si están realmente dispuestos a cumplirlo. A ver quién se achica.
historiasreportero@gmail.com