Los dirigentes de PAN, PRD y Movimiento Ciudadano enfrentan críticas desde dentro de sus filas y descalificaciones externas. Ayer estuvieron los tres, Ricardo Anaya, Alejandra Barrales y Dante Delgado en el estudio de Despierta, programa a mi cargo en Televisa. Expusieron sus planes y sus respuestas a los señalamientos.

Los cuestionamientos estuvieron en la mesa. Desde la visión de que el Frente que impulsan no es más que un acuerdo para repartirse candidaturas entre ellos: la presidencial para Anaya, la Jefatura de Gobierno de la capital para Barrales y Veracruz o un alto cargo en el gobierno para Delgado, además de Jalisco para su correligionario Enrique Alfaro. Hasta la idea de que la mezcla ideológica es como el agua y el aceite, y no podrá cuajar, porque lo que los une es el resentimiento contra el lopezobradorismo y contra el gobierno peñista, que con ambos polos tienen historia.

Es verdad, como dijeron, que todos los pronósticos eran en contra de que se lograra cuajar el Frente Amplio Opositor y que, pese a ello, consiguieron darle forma inicial y llevarlo a registro ante el Instituto Nacional Electoral como Frente Ciudadano por México.

La fórmula que destacaron es la que se aplica siempre que se construyen coaliciones de gobierno en sistemas presidenciales y parlamentarios en el mundo: partir de los puntos de coincidencia y dejar en un plano secundario las diferencias entre las fuerzas políticas.

Desde un punto de vista puramente ideológico o doctrinario puede ser un escándalo para algunos militantes de los respectivos partidos aliarse con el que tradicionalmente ha sido su adversario en el terreno de las ideas. Especialmente en puntos delicados y que tienen que ver con la identidad de la militancia, como aborto, matrimonios igualitarios, reforma energética, reforma fiscal, etcétera. Pero desde el punto de vista político, es la única manera de llegar a acuerdos, primero electorales y luego para un gobierno de coalición.

La historia de alianzas entre esos tres partidos y otros en México se ha quedado siempre en el reparto de candidaturas y en un toma y daca electoral. Una vez ganada una elección, en ninguno de los ya muchos casos de gubernaturas obtenidas con esa fórmula se ha producido un gobierno de coalición. Ni siquiera un gobierno que tenga un programa conjunto. El personaje que gana el cargo lleva mano, reparte algunos puestos y luego gobierna como mejor le parece o mejor puede. Los resultados no han sido tampoco muy buenos.

El reto de diseñar verdaderamente un programa compartido de gobierno, lograr la adhesión de la mayoría de sus respectivos militantes y después comunicarlo con claridad a los electores es mucho mayor de lo que podría parecer: sería casi inédito que los votantes mexicanos tuvieran una idea clara y puntual de lo que haría al llegar al gobierno la fuerza política por la que sufragan. En el mundo electoral de slogans y millones de spots vacíos se conocen gestos, desplantes y ocurrencias de los candidatos, pero muy pocas veces ideas concretas de cómo será su gobierno.

Según los dirigentes, la primera fase, la de acuerdos generales que permitieran el registro conjunto, ya se logró. La que sigue, dicen, es aterrizar ese programa de gobierno común y comunicarlo. Y en él, establecer los puntos que más preocupan a los electores: seguridad, corrupción, impunidad, economía, desigualdad.

Por ello, prefieren no hablar por ahora de cómo es que van a resolver el asunto de las candidaturas, empezando por la presidencial y bajando a las gubernaturas, alcaldías, diputaciones locales, diputaciones federales y senadurías. Por lo pronto, hablan vagamente de un método democrático. Y dejan entrever que los tres están en contra de una elección abierta a todos los ciudadanos, con el argumento de que sería abrir la puerta para que el PRI y el gobierno federal operen, influyan, la descarrilen o de plano decidan quién será el abanderado.

Y los aspirantes presidenciales dentro del PAN y el PRD que desde hace meses se apuntaron y reclaman apertura, proponen justamente una elección abierta.

Hasta ahora, no han descarrilado a la tripleta de dirigentes del Frente. El programa de gobierno es un reto. Pero quizá al final sean las candidaturas las que descompongan todo. A los que tienen que convencer, antes que al electorado son a Margarita Zavala, Rafael Moreno Valle, Silvano Aureoles, Miguel Mancera y otros. Si ellos deciden romper porque piensan que todo es un reparto entre tres dirigentes y sus grupos, todo se puede venir abajo.

Lo veremos en los próximos meses. Igual lo logran y presentan un bloque competitivo frente al lopezobradorismo y el priísmo. El pronóstico es reservado.

historiasreportero@gmail.com

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